Piedras en los zapatos
Ecuador de la legislatura: se cumplen dos años de las elecciones y, como han derribado la tapia del solar de Jesuitas por el lado de ... Fernando el Católico, me tienta el delirio de ir de noche, secretamente, y llevarme algún recuerdo, restos de aquella pintada histórica, una súplica urbana: JARDÍ. No hay que pasarse, un solo bloque de hormigón bastaría para la colección, como si fuera un resto legendario del Muro de Berlín. Eso sí: procuraría que en la superficie del ladrillo hubiera parte de aquel intenso fondo negro, aunque sería muy bonito que llevara un trozo de la tilde y un poco del palo de esa I de JARDÍ.
Jardín, finalmente: quién lo diría. Cincuenta años de trifulca te contemplan, Valencia. Pero el caso es que en mi colección secreta de piedras tengo un adoquín de Guillem de Castro, robado cuando nadie miraba, y un ladrillo recio de aquel edificio de Tabacalera que un día se derribó. Por alguna parte guardo una esquirla del monumento a Sorolla, tomada sin licencia del osario municipal de San Isidro, y un trocito de 'trencadis' que le sobró al muro de la verja de la Estación del Norte. Porque Valencia está hecha así, como a jirones, desgarrada por largos debates y puñaladas profundas entre hermanos de sangre.
¿Se ha resuelto el conflicto sobre la prolongación de Blasco Ibáñez después de décadas de derramamiento de sangre política? Se ha descartado la prolongación, pero el problema del Cabanyal sigue sin resolverse, cada vez con más propiedades en manos de extranjeros. Todas las vísceras, toda la bilis, toda la manipulación que los partidos de la oposición fueron capaces de desplegar contra aquella lejana alcaldesa, se adueñan de nuevo del paisaje político, pero ahora es a costa de Carlos Mazón. Que el viernes, a causa de la lluvia, tuvo que suspender la inauguración de la nueva terminal de cruceros del puerto de Alicante; cuando Valencia -bobitos míos- ni siquiera tiene sobre la mesa ese proyecto de terminal del que se viene hablando desde 2022.
Alicante no se queja del turismo, mira por dónde; y este año va a superar los cien cruceros, con 200.000 cruceristas. Y mientras tanto yo guardo, como un tesorillo, una piedra de aquel muro que el alcalde Ribó y Aurelio Martínez derribaron para dar paso al gran parque que tiene que construir el Levante UD, el mismo que ha regresado a primera división. ¿Va o no va la ciudad deportiva del Levante? ¿Y el nuevo estadio del Valencia? He leído por alguna parte que los escrúpulos eran las piedrecitas que se metían en las sandalias de los legionarios romanos cuando iban de larga marcha. Piedras en los zapatos, engorros, escrúpulos de conciencia. No hagáis nada en la plaza del Ayuntamiento sin darme un pedazo de jardinera verde pistacho para la colección.
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