El jueves fue un día muy especial para la historia moderna de España. Se cumplían cuarenta años de la firma del tratado de adhesión a ... la Unión Europea, y eso configuraba una oportunidad, una ocasión única, irrepetible, para una celebración de Estado de muy alto nivel. Porque los mejores valores, las más limpias aspiraciones que acompañaron el camino de la mayoría de los españoles durante la Transición cristalizaron en junio de 1985: al fin veíamos una España democrática ubicada en su lugar, dentro de Europa.
Pero no hubo ocasión y esa gran celebración de los valores de la democracia no llegó a darse en plenitud: ni se exaltó la Transición y su esfuerzo, ni España pudo exhibir la cohesión moral de las naciones grandes, seguras y sabias. Para empezar, el rey que firmó al Tratado, Juan Carlos, abdicó en 2014 y no asistió a la ceremonia por razones obvias; su hijo, Felipe VI, debe guardar en el alma un puñado de amarguras. Tampoco asistió ningún expresidente del Gobierno: Felipe González, el protagonista de la firma, estaba exaltando a Eduardo Madina, el candidato a secretario general del PSOE al que Pedro Sánchez derrotó, de manera abrupta, después del viaje del Peugeot 407, el coche más famoso de nuestra historia tras el Mercedes 540 que Hitler le regaló a Franco. El periodista Iván Mingo, en El Debate, ha seguido la pista del vehículo desde 2012 hasta el pasado septiembre, cuando fue dado de baja por su último dueño, un anónimo vecino de Madrid. Patrimonio Nacional no ha estado listo y es de temer que esa joya histórica, el cuatro ruedas que reflotó al Único y fue santuario de la muy interesada amistad de Ábalos, Celdrán y Koldo haya sido ya desguazado.
El jueves no hubo atisbo de solemnidad en el Palacio Real. La calidad, la educación, la moderación, aquella propensión al pacto de la generación de la Constitución, se ausentaron hace años para dar paso a un sumario trufado de extorsión, zafiedad y cubatas con luces de neón. Los invitados a aquellas estancias del pasado solo estaban pendientes del goteo de cieno de un frente judicial que lleva meses avanzando inexorable, caso por caso hasta el lecho conyugal del Jefe, para cercar la inútil resistencia de un fantasma.
La cosa empezó, dicen, con aquel amaño de las primarias de junio de 2014: un echao pa'lante, un arribista sin moral nos ha hecho perder once años... Pero no se va. Confió su medro personal a un Trio de la Bencina anidado sobre mordidas, pasta en crudo y noches de parador y se puso a negociar el poder con delincuentes catalanes y custodios de la memoria etarra. Ahora, todos ellos van a exhibir nuevas facturas: nos quedan muchos, demasiados episodios del lento descenso a la nada y el olvido de un personaje con el que España ha ido hacia atrás.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.