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La Copa América se ha ido a Nápoles en su edición de 2027 y es maravilloso, incluso un tanto nostálgico, poder encontrar en los medios ... informativos de alrededor del Vesubio las mismas ilusiones, idénticos sueños, cábalas, cálculos, esperanzas, incógnitas y promesas que los que vinieron a adobar la vida informativa valenciana a partir de la designación, en 2003, del evento que se fue desgranando hasta el inolvidable año 2007.
Como aquí ocurrió hace tantos años, no me ha sido posible saber con certeza qué canon pagará Italia a los patrones del evento por la franquicia. Se habla de «una fe» de 100 millones. Pero también es verdad que, aunque la alcaldía de Nápoles está de fiesta, como es natural, en espera de un mínimo de millón y medio de turistas, de lo que estamos hablamos, en el caso que nos ocupa, es de una potentísima operación inmobiliaria de la mano de grandes inversiones en las que el gobierno de Giorgia Meloni (y puede que Europa) se va a volcar a través de las carteras de Economía y de Juventud-Deportes.
Las regatas de 2027 se celebrarán frente a la costa, entre el viejo Castillo del Huevo y Posillipo, la mejor zona playera y residencial, ya consolidada. Pero la oportunidad que brinda el evento de la vela, y que ahora se quiere abordar, es la transformación de Bagnoli: no menos de 200.000 m2 de solares, con vistas al mar, que hasta 1992 fueron ocupados por una enorme planta de acero (12.000 obreros), de la que ahora quedan viejas estructuras de chatarra y un suelo... calado hasta bien hondo de toda clase de residuos industriales, amianto y metales pesados. Estamos hablando de Nápoles y nos baña el mismo mar: la polémica está servida. Y en estos momentos divide a los medios informativos entre pesimistas, que creen que limpiar ese suelo nunca se podrá hacer, y los que esperan lograrlo al menos en una quinta parte... poniendo millones sin fondo.
Valencia no va a tener la próxima Copa América. La inundación nos hizo desistir de la puja. Pero no está de más recordar que nosotros ya hicimos en su día, para el jardín del Turia, la limpieza de la hedionda zona industrial del Camí Fondo y Monteolivete. Como también hicimos una segregación de la dársena deportiva de la comercial y una compleja, muy dolorosa operación de suelos para la ZAL, espacio ahora en reserva. Hechos aquellos lejanos deberes, es curioso observar que, veinte años después, la vieja dársena, la Marina, sigue dando quebraderos de cabeza y no está resuelta.
¡Ah! También he encontrado unos datos: en 2023, los buques de crucero dejaron en Nápoles 1'6 millones de pasajeros, con un crecimiento del ¡42% sobre el año anterior! Con catorce millones de turistas al año, en Nápoles hay quejas por saturación. De la buena.
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