La carcoma
Aún estábamos intentando entender qué le pasa a Vox y con qué portentosa facilidad consigue del Partido Popular todo lo que pretende, en medio de ... sonrisas y parabienes, cuando ha despertado de la hibernación el señor Rodríguez, líder de una cosa llamada Ens Uneix. Y es que no duermen: populares y socialistas andan preocupados por despachurrarse mutuamente la carrera a costa de la inundación y sus secuelas, pero ellos, los oportunistas, están siempre con un ojo avizor, vigilando las flaquezas de los grandes partidos, que son muchas y demasiado evidentes.
Lo mejor que tienen los Rodríguez es el olfato electoral. Por eso, por si Mazón flaquease, se han dejado oír: «Es que nosotros somos importantes también; nosotros salvamos las votaciones en la Diputación. Y queremos que se rebaje el baremo para entrar en las Cortes Valencianas». Ya está, dicho y hecho. La Comunidad Valenciana, que no debería preocuparse más que de la reconstrucción y los aranceles de Trump, ya tiene otro quebradero de cabeza. Al que la fragilidad de Mazón asiente generosa, resignadamente.
En el PSOE se frotan las manos: nada hay tan placentero como ver a un PP crujiente, bizcochable en su falta de resolución. Pero en Podemos y Compromís todavía hay más alegría: el miedo del PP segrega debilidad; y esa medida, la del 3% que reclaman los de la taifa de Ontinyent, es la más adecuada para favorecer no ya la fragmentación del voto sino ese bendito caos parlamentario que, consciente o inconscientemente, se quiere construir desde los partidos pequeños, unos nacionalistas, otros simplemente parasitarios.
A veces parece que una vez se le ha puesto una etiqueta a un asunto ya lo hemos elevado a un respetable nivel académico. Las tertulias, muy serias, le llaman municipalismo y aseguran que se extiende. Dicen que se trataría de defender los intereses de un pueblo, un ideario corto de mangas que ni siquiera les da para una comarca. Nuestro pueblo, solo nosotros, «lo nostre». Política de campanario, Make América Great Again.
¿Nos daremos cuenta que es lo mismo que Trump, pero a escala reducida? ¿Pero cómo se pretende ir con esas ideas de rotondas para dentro a un parlamento que es el de todos los valencianos? El caso es que el municipalismo populista, tan casolà, ha despertado y siente que gusta. Escarmentados en los errores de los partidos grandes, alimentados por su inútil polémica, van a aprovechar su debilidad y la sensación de vacío que se desprende de seis meses de marasmo. Pronto lo veremos: Ens Uneix, Veins Alerta, Tot pèl Poble, El Roglet, el Casalet de la Germanor, M'encisa l'Embotit, La Nostra Casa, la Cosa Nostra...
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