No hay agua que apague nuestro fuego». Sales a la calle y tienes que ver y oír cada cosa... Carteles como edificios pregonan que ha ... llegado la fiesta y que lo mejor es ahogar las penas con cerveza. Porque ellos, los de la política, empiezan a liarlo todo y lo primero que se lleva un arreón de aranceles es el bourbon, ese whisky de Kentucky castigado por los europeos en represalia injusta a los injustos castigos de Donald Trump.
Bien empezamos: el admirado Pepe González ya lo decía hace décadas, cuando las broncas entre Alfonso Guerra y Adolfo Suarez: «Acabará subiendo el vino». Y es verdad, siempre ocurría lo mismo: se arreglaba el follón de la política, se firmaban los Pactos de la Moncloa, pero subía el precio del vino. Ahora lo ha pagado el bourbon, que no se llama así por casualidad, sino por los Borbones, la dinastía de nuestros reyes; que en los viejos buenos tiempos, cuando éramos dueños de aquel cacho enorme de Estados Unidos, lucían apellido en el recargo fiscal de cada botella de licor. Se quedó lo de Bourbon y ahora es emblema de los nuevos tiempos, los de la estupidez esa de los aranceles.
«No hi ha aigua que apague el nostre foc». Yo he visto cosas... He visto las torres de Quart, una fortaleza, protegidas con tela de gallinero. Muy cerca, este año, el secuestro de la plaza de San Sebastián, su cerramiento para usos festivos privados, es una escalada espectacular que ha tenido como protagonista a la comisión de las calles Borrull-Socors, que no solo ha tomado en préstamo dos o tres calles de la ciudad, sino que se ha apropiado de una plaza con instalación de juegos infantiles, área de parque y -pequeño detalle- una parroquia de la diócesis de Valencia -San Miguel y San Sebastián- radicada en un templo del siglo XVII declarado bien de interés cultural. ¡Con un par, sí señor!
«No hay fuego que apague nuestra agua». ¿Te imaginas ser ucraniano, haber perdido amigos o parientes, haberte quedado sin pueblo o sin casa y estar esperando -por favor, tenga calma- a ver si Putin acepta ese pacto de la vergüenza al que han llegado en Arabia? El rearme se llama política de mejora de la seguridad. Y nos va a costar una pasta.
«No hay agua que inunde nuestra sed». No hay inundación que no tenga su aprovechamiento político por parte de los que la han venido favoreciendo, una y otra vez, desde hace veinte o treinta años a base de dejadez y mal urbanismo. Ahí está, pidiendo elecciones, ese PSPV que se negó a limpiar los barrancos, a encauzarlos, a desviarlos, mientras favorecía polígonos y más polígonos en zonas inundables. Siempre en manos de Compromís: los Hermanos Carioca. Listos los dos a la hora de acosar a un PP, blandiblub, que se deja engatusar por los mismos miedos un año y otro.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.