Trump y el arte de intimidar
Desde que Trump fue reelegido presidente de los Estados Unidos (el número 47 en la historia del país), el verbo amenazar, en tercera persona del ... singular, ha entrado con fuerza en los titulares de los medios informativos de todo el mundo. No sólo Trump amenaza: la amenaza es un clásico de los padres exasperados de todos los tiempos, desde «Como no apruebes, no sales en un mes», al moderno «Si no vienes ahora mismo, te quito el móvil». Pero tiene sus peligros. Por eso, la mayoría de los mortales se lo piensa bien. Una amenaza es, según Thomas Schelling, Premio Nobel de Economía y autor de «La estrategia del conflicto», una promesa: la promesa de llevar a cabo una acción negativa si la otra parte no se comporta como tú deseas. Padres y madres saben por experiencia que, para que tenga éxito, la amenaza tiene que ser creíble y ejecutable. El compromiso, firme: un mes es un mes. A la hora de amenazar, como diría Don Mendo, «si te pasas es peor».
Ajeno al peligro, Trump ha hecho de la amenaza su sello personal. En los Estados Unidos, los destinatarios van desde grandes empresas a cantantes, centros educativos o inmigrantes: amenazas a Springsteen, Beyoncé o Bono por supuestos pagos a Kamala Harris, a Amazon, Mattel y Walmart por subir los precios como consecuencia de los aranceles. A los inmigrantes un impuesto del 5% a las transferencias, a Apple un arancel del 25% si no fabrica los iPhones en EE.UU. (con un notable aumento del coste), a las universidades Columbia y Harvard retirada de fondos y, por no ceder, en el caso de Harvard, prohibición de matricular extranjeros (que se dirime en los tribunales de justicia).
Las embestidas verbales de Donald Trump hacen temblar al mundo día sí, día también: aranceles del 200% a vinos y licores europeos y aranceles a China al 104%, abandono de las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania (porque no se avanza), aranceles a Colombia por rechazar vuelos con deportados, aranceles a Canadá, sanciones a Putin tras conversar con Zelenski en el Vaticano, sanciones a los países que compren petróleo de Irán, aranceles del 25% a Samsung y otros fabricantes de móviles, retirada de apoyo a Israel si la guerra no acaba. La más sonada es una de las más recientes: elevar los aranceles al 50% a la UE a partir del próximo mes. El nuevo ciclo político está marcado por la incertidumbre, la desconfianza, el miedo y las represalias. Sube la tensión internacional y baja la bolsa; pero la guerra, pese a las amenazas, sigue en Ucrania y en Gaza. Usar la amenaza de forma indiscriminada y recurrente tiene riesgos y conduce a un desgaste fatal.
Usar la amenaza de forma indiscriminada y recurrente tiene riesgos y conduce a un desgaste fatal
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.