La sociedad de la IA
Que los hijos son una fuente de grandes alegrías y preocupaciones a lo largo de la vida lo sabemos todos. Pero mamá, ¡si tengo ya ... cuarenta años! No importa, para mí siempre serás «mi hijita». El padre (o madre) desespera. Elvira, no sé qué hacer con él: va por la novia número 34 y subiendo. Y la última... «¿Y cuántos años tiene?» Veintitrés. El mío se ha dejado el grado en el último año: ahora invierte en criptomonedas. Sube la ansiedad y empeora la salud mental. Pero no la de los padres: la de los hijos. Los datos están ahí. Y luego llega la DANA y nos dan una lección. Con mayúsculas. Entonces ¿son o no «la generación de cristal?». Ni sí, ni no. A veces. O según como se mire. En la pandemia, se puso el foco en los jóvenes rebeldes. Pero la mayoría cumplió: descubrieron el deporte o la cocina y cómo estar -sin estar- en las clases online. Porque ellos, hijos de la modernidad, son cuánticos.
Cuando se convierten en padres empieza otro calvario. Sin pensárselo dos veces se apuntan a las tendencias más peregrinas de la crianza, no importa lo extrañas que sean. Siguen a ciegas al gurú semi-influencer, ignorando -pero qué sabrás tú- la sabiduría de generaciones. Y ya no se sabe si el nieto toma papilla o leche merengada, si se baña en un cubo o en la bañera del vecino. O si se le puede hablar de 18.00 a 19.00 o no, y de qué temas.
A los boomers nos encanta hablar de los jóvenes: «Me hubiera gustado verlos enfrentarse a...». O «Nosotros, a su edad,...». Ayer, en la Plaza de la Virgen me dice Isabel: Elvira, me pregunta un alumno que si puede hacer un reportaje del burnout de los estudiantes. ¡Del burnout estudiantil! «Es que tenemos dos exámenes por semana». En portugués pierdo algunas palabras, pero nos reímos: es universal. Ser compasivo, sin embargo, es también un valor y ellos lo tienen en abundancia: la luz tras la tormenta en la zona cero. En la comparación, sobra decirlo, siempre salimos ganando. Ellos, para subir un peldaño, te piden indicaciones, aunque no las necesitan. Y no lo saben, querido padre (o madre), porque pocas veces se han enfrentado solos al abismo. Al otro lado, en el grupo de WhatsApp, te tienen a ti, a su tía Amparo, a su amigo Pedro. Al tanto de lo que ocurre en cada nanosegundo de sus vidas. A la sombra del árbol de la juventud, van cayendo las manzanas: paro, falta de vivienda, bajos sueldos, ghosting, benching y hasta zombieing. Y ochenta años de vida por delante para disfrutarlos. ¿Quién querría madurar? Y esto es solo el principio: la gran revolución, con todo lo que ha supuesto Internet, viene de la mano de la inteligencia artificial.
La gran revolución, con todo lo que ha supuesto Internet, viene de la mano de la inteligencia artificial
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