Qué pasa con los bulos
ELVIRA GARCÍA DE TORRES
Domingo, 5 de octubre 2025, 23:26
La desinformación no es un fenómeno nuevo: la alerta y la desconfianza hacia las noticias creció con fuerza entre la Primera y la Segunda Guerra ... Mundial por la enorme cantidad de bulos que se difundieron entre 1914 y 1945. No en vano el engaño (mentira o bulo) es una técnica clásica de la propaganda: para despistar al enemigo (el Día D los alemanes creyeron que el desembarco se produciría en Calais), minar su moral y elevar el apoyo de la ciudadanía. Hoy, aunque reina la confusión, no hay reacción social. Circularon cientos de bulos durante la pandemia y, más recientemente, sobre la guerra en Ucrania. Diríase que la verdad no importa: el fango, el «tú mientes», lo invade todo. ¿Quién dice la verdad? Ya se señala a los políticos como una fuente importante de desinformación. Esta enfermedad social, endémica, se llama infodemia.
Todos somos responsables. Colaboramos en la difusión de la mentira cada vez que reenviamos un bulo, lo compartimos o lo comentamos sin rebatirlo o comprobarlo. Sabemos que podemos cambiar la agenda, viralizar cualquier mensaje, elevarlo a titular. Pero no somos conscientes de nuestra capacidad colectiva para frenar su difusión. Quizá hemos pasado el punto de retorno. Demasiado polarizados para ejercer ese poder, alguno querría borrar la verdad.
No extraña, en este contexto, el éxito del primer Foro Alerta Bulo organizado por Doyou Media en Valencia. Convocados por Luis Motes, acudieron a la llamada los directores de los principales medios y programas informativos de radio y televisión -Jesús Trelis en representación de LAS PROVINCIAS-. Allí conversé con Marga Cabrera (UPV) sobre jóvenes y redes. Enfrente, por cierto, Francisco Pérez Puche, no sé si en su faceta de cronista oficial. Periodista, escritor, memoria viva de la ciudad, pozo de sabiduría, amable, salió de allí convertido en profesor invitado: para explicar a los universitarios (que han nacido colgados del wifi, más que del propio cordón umbilical) cómo se cubrió la riada del 57.
Colaboramos en la difusión de la mentira cada vez que reenviamos un bulo
Los bulos proliferan a causa de Internet, las redes, los móviles, la IA y las guerras híbridas; porque no cooperan lo suficiente las plataformas, sobre todo X (antes Twitter). Detectamos el aumento de la desconfianza hacia los medios ya en 2012, en un estudio sobre vídeos ciudadanos de la Primavera Valenciana. También hallamos indicios de los bulos y la posverdad (negarse a creer la verdad) ese mismo año en la campaña #ArdeValencia. La solución vendrá de la mano de la tecnología y de la ciudadanía: de esos «lectores inteligentes», de los que hablan Mar Fontcuberta y Héctor Borrat, que dudan y contrastan.
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