La Associació de Cronistes Oficials del Regne de València cuenta con la medalla al mérito cultural otorgada por la Generalitat Valenciana y con la Medalla ... d'Or de la ciudad de Valencia. Pero su patrimonio reside, más que en las condecoraciones, en la dedicación y la vocación de servicio de sus miembros. Conozco muy de cerca el trabajo, el entusiasmo y el compromiso de distinguidos cronistas (que todos lo son): la embajada -el honor- ocupa una parte central de sus vidas. Ser Cronista Oficial es una distinción honorífica, un cargo vitalicio sin remuneración que se ejerce por convencimiento y se define por un vínculo preciso: «no hay cronista sin pueblo». El cronista hace memoria y deja constancia con su firma, siguiendo una tradición milenaria basada en la observación, el testimonio, el mito y la leyenda.
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La distinción se otorga tradicionalmente a personas comprometidas con el estudio y la difusión de la cultura y el patrimonio de un municipio. Prolíficos, como Salvador Murgui, premiado recientemente por su constancia por la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales. Aunque los hay, no se trata de historiadores al uso sino, más bien, de relatores. Cada uno con su estilo, sus vivencias; una forma personalísima de acercarse a los hechos, parte también de esa riqueza patrimonial y puente entre la modernidad y la tradición. Tratar de encapsular u homogenizar, incluso profesionalizar los modos de hacer, los métodos y los relatos sería restar a cada municipio sus señas de identidad, su idiosincrasia. Porque, establecido el vínculo, un cronista es al pueblo lo que el pueblo es al cronista. Y solo en ese contexto cabe interpretarlo. Mientras viva tiene el cometido de estudiarlo y de emitir informes si así lo requiere el consistorio. Pero es, entre tanto, libre para glosarlo con su sello intransferible.
La crónica oficial destila la sabiduría de la experiencia, de la vida. Pero no necesariamente rigor científico. Para esto sería preciso dotar al cuerpo de relatores de técnicas de investigación científica, propias de un doctor en historia o en geografía. Como género, la crónica navega entre la historia y la literatura. Auténtico si no riguroso, se puede estar a favor o en contra, ¿acaso importa? El Cronista Oficial es un verso libre y en eso reside su encanto. La Comunitat Valenciana es una y muchas: en su voz se humaniza y se hace visible, plural, ingobernable e íntima. La figura evoluciona al ritmo de la sociedad: herencia de la dictadura, hija adoptiva de la transición, símbolo de la democracia. El Cronista Oficial es, al fin, un artista rupestre del siglo XXI.
La crónica oficial destila la sabiduría de la experiencia. Pero no necesariamente rigor científico
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