El trayecto desde Nanyang Technological University (NTU) a la National University de Singapur (NUS) se complica un poco y llegamos tarde a la cita: ¿Cuenta ... igual el tiempo en este laboratorio? El manager nos mira con asombro; nosotros a él con incredulidad: ¿the boss? Y es que José Ignacio es José Ignacio Latorre Sentís, director del Centre for Quantum Technologies. Pese a su incansable labor de divulgación por tierra, mar y redes sociales, es difícil romper la barrera: la física cuántica lucha contra una agenda mediática y social dominada por la polarización, lo nuevo y la IA, el penúltimo grito de la ciencia. Estar sentado a menos de un metro de un ordenador cuántico impone. Por la inversión millonaria que requieren la cuba azul, la torre electrónica, sueño de los ochenta, y la pantalla que controla el punto de enfriamiento -vital-. Por el chip, fabricado por el equipo en Singapur. O, quizá, por el misterio de lo imposible. Amazon, por cierto, tiene uno. ¿Y yo? No, usted no lo necesita. Operan a otro nivel: siga practicando con la IA, con responsabilidad.
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Maite Soto-Sanfiel y José Ignacio Latorre siembran talento en Singapur y reparten cariño entre el grupo de hispanos que acude, en la turística ciudad-estado que brilla en la oscuridad, al congreso anual de la Asociación Internacional de Investigación en Medios y Comunicación (IAMCR). Me llega la invitación por WhatsApp. Y nos sorprenden -¿una copa?- con vino de cosecha propia. Conocí a Maite en Christchurch. «¿Y por qué no?», dijimos, sin saber por qué. Al poco, un post en la app del congreso anunció el primer encuentro de la comunidad hispana en este foro internacional. Hoy, a miles de kilómetros, 365 días después, descubro que esta reputada académica es, además de gran anfitriona, un imán irresistible para fotones.
Pese a sus múltiples compromisos, José Ignacio responde a todas las cuestiones. Pablo, que transita con inteligencia por la adolescencia, pregunta por su futuro: física, ingeniería, matemáticas. ¿Aquí o en el extranjero? Quién sabe. España, gran productora de talento en múltiples campos, no sabe retenerlo. Extraordinarios físicos españoles en este campo, con Cirac a la cabeza, trabajan en la frontera de la ciencia. Imaginan, lejos de casa, un mundo mejor. El ordenador cuántico, a diferencia de la IA, consume muy poca energía, desencripta con eficiencia y promete en química molecular. Sí, hace falta inversión. Pero también la atrae. Para cambiar la trayectoria de estos extraordinarios científicos y recuperar el talento no hace falta un principio cuántico. Solo visión, coordinación y voluntad.
España, gran productora de talento en múltiples campos, no sabe retenerlo
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