Doña Pura
La imagen de la semana, más allá del ruido de la política, es Pura. Paiporta, 97 años: un año sin pisar la calle. El reportaje ... de María José Carchano, con imágenes de Txema Rodríguez, presenta a Pura como ella se merece: en toda su dignidad. Para quienes sólo ven en el periodismo villanía o fango, aquí está en toda su dimensión social y humana. Pura y el vecino que la rescató de una muerte segura la noche del 29 de octubre de 2024. Pura y Sergio, el legionario que le regaló alegría y ganas de vivir, andaluz él. Pura y los sanitarios del ejército que la atendieron. Metáfora todos ellos de la dana, parte y todo. Porque sí, el pueblo salva al pueblo, pero las instituciones públicas, aunque no siempre están a la altura, son imprescindibles tanto en los momentos de crisis como en la reconstrucción y la vuelta a la normalidad, que no es igual.
Pura se ha refugiado para siempre en lo que fue su refugio temporal la noche de la riada. Avanza el juicio, complejo, o más bien se enreda en la búsqueda de la verdad judicial: porque la realidad es así, compleja, cuajada de hechos, decisiones, entendidos y malentendidos, competencia e incompetencia, minutos y horas. Pura permanece en el mismo lugar. Todos los lugares son importantes. El hogar permanente de Pura es ahora la andana. No quiere bajar, no quiere ver cómo ha cambiado su vida, su casa, la planta baja. Quizá por el shock, por saberse viva. Por edad. Ve la vida desde lejos, a salvo, en la seguridad del aislamiento. No la distraen la lectura -pues apenas sabe leer-, la televisión o la radio. No las necesita, dice. No necesita a nadie. Acaso al legionario alegre que reza por ella y por todos a los que conoció en aquellos días de fango e incertidumbre, ese «chico guapo de uniforme». Sergio. Unos pocos muebles, el ropero antiguo que se salvó, un váter químico, la solución. Porque ha prometido que no bajará, dando la espalda a la vida. Enfadada. Sin fotografías, recuerdos preciados, ¿quién se los llevó?
Esta mujer, que es un poco de todos y es todos, los que esperan o no la otra reconstrucción, la interna, la del alma. El buen periodismo existe, la memoria persiste. La que nos pone a Pura en el espejo. Las personas mayores fueron las más vulnerables ante la dana, que se cobró más de cien víctimas mayores de setenta. Por problemas de movilidad, su menor resistencia al frío, por habitar en las plantas bajas, que les resultan más cómodas. Con noventa y siete años, Pura prefiere la andana, la cámara alta que hace tradicionalmente funciones de almacén. Yo quisiera verla en la calle, en su planta baja. Si no alegre, contenta.
El pueblo salva al pueblo, pero las instituciones, aunque no siempre están a la altura, son imprescindibles
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