En el corazón de Abastos
Si sacas buenas notas te felicitan; si no te animan. Es el mejor quiosco de toda Valencia». Es la voz de Pedro, adolescente. «Para mí ... es como si fuera mi segunda casa, por no decir la primera: el día que no voy parece que me falta algo». Calidad, servicio, productos y mucha paciencia (Nuria). Carina Paula llegó de Venezuela: «Cuando nadie creía en mí, me dieron esperanza. Te dan la mano, seas quien seas». El 4 de diciembre de 2023 me despedía en esta columna de Mariví: cerraba su quiosco. Hoy, con agradecimiento, digo adiós a quienes me han proporcionado tanta prensa y afecto, todo en uno, en los últimos años. Juan, migrante como yo tras el cierre de Mariví, lo resume así: «El momento diario de recoger la prensa ha sido inolvidable».
Kiosco Abastos cumple setenta años en el corazón de Arrancapins. Pero Álex y Charly han dado nueva vida al negocio. Simpáticos, habladores, confidentes, arrebatadoramente humanos; pero no se confundan: también vigías, conectores y vectores de información, profesionales. Todavía acude de vez en cuando la mujer del señor Blanco, cuarenta años al pie del cañón. Allí conocí a Teresa, candidata no oficial a 'presidenta del barrio'. A Norberto, campanero por vocación («ella es periodista, escribe en LAS PROVINCIAS»). A Ana, que falleció hace un mes. Me hablaron de Marta, periodista de la competencia, excelente exalumna. Me presentaron a Martita, candidata a Fallera Mayor Infantil de Valencia. Supe que sería ella: viva, alegre, con una compostura impropia de su edad, heredada de su madre. Kiosco Abastos fue noticia en el diario el día que Marta Mercader Roig, falla Alberic-Heroi Romeu -que fue la mía-, recibió la llamada.
Aunque Álex es periodista, Charly vive en la noticia: «Elvira, escucha, se han llevado a los sintecho». Hemos seguido cada semana las ocurrencias del barrio y, los jueves, las crónicas de Álex para Radio Atlántica en Mar del Plata, Argentina. Abre Ale, voz inconfundible: «Alesito, ¿cómo estás desde Valencia?». Me emociona recordar, dice Álex haciendo memoria, a los jóvenes en Abastos: con sus palos, sus escobas, sus cubos; la alegría de las Fallas y la gente que nos dejó entrar en sus vidas. «Kiosco en Argentina se escribe así, con ka: es un pequeño almacén. Y eso quisimos recrear al rejuvenecer el negocio». Kiosco Abastos seguirá repartiendo prensa y productos en la esquina de Alberique a María José, Olivier, Manuel, Amparo, Raúl, Concha, Ramón, Emilio, Vicente. A tantos. Hemos hablado, nos hemos reído. Nora: «Voy con mi hijo siempre que puedo». Una familia. Mucho más que clientes, mucho más que un quiosco.
Kiosco Abastos cumple setenta años en el corazón de Arrancapins
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