Socios preferentes. Amigos con derecho a roce. Como quiera que se llame, el Consell cuenta con un apoyo por parte de Vox que lo ... somete a un curioso doble 'tratamiento' de una manera recurrente desde hace tiempo. El asunto es que los voxistas piden algo que no entraba inicialmente en los planes del PP, que accede con la boca pequeña, o con la letra pequeña, o del modo que buenamente puede o quiere. Sin embargo, hay una segunda parte, que es cuando el plan no sale bien, y los populares se encuentran de golpe con la certeza de ese dicho que señala que segundas partes nunca fueron buenas.
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Todo de dos en dos. Por tanto, un par de ejemplos. El Consell, que para aprobar las cuentas de este año se tuvo que comer propuestas de Vox, presupuestada y todo, como la que obligaba al Gobierno valenciano a destinar unas partidas que serían utilizadas para políticas migratorias. Sin mucho entusiasmo y asegurando que, bueno, en realidad era algo complicado de cristalizar porque la Generalitat no tenía competencias... pero luego ha llegado la segunda parte, cuando los voxistas le han echado en cara a los populares que el Consell no ejecute esas partidas. Otro ejemplo. Se probó en Les Corts una moción para diferenciar en las estadísticas a nacionales y migrantes, algo complicado de llevar a cabo sin el consentimiento de los usuarios de aquellos aspectos que los voxistas pretenden controlar. Los datos personales (y la nacionalidad lo es) no se utilizan para las estadísticas sin consentimiento previo. En Vox lo saben, pero lo piden, y los populares lo saben pero acceden. Es más que probable que esa estadística diferenciada no pueda llevarse a cabo, porque además Vox la enfoca en los migrantes ilegales, diferenciación estadística de muy compleja averiguación. Todo eso sin entrar a valorar para qué se quieren diferenciar, primero, entre ciudadanos con la nacionalidad y sin ella, y entre estos últimos, con residencia regularizada o no. Una estadística bien complicada de recabar que provocará, no lo duden, un reproche por parte de los voxistas a los populares por considerar que el Consell no hace lo suficiente para frenar la «invasión».
Dos choques. Los voxistas, en primer lugar, hacen gala de su capacidad de influencia en las políticas del Consell. Y en segundo término, en caso de no llevarse a cabo sus exigencias, demuestran su capacidad para reivindicar y «apretar» a sus supuestos socios.
Doble desgaste. Los populares, por su parte, tienen que ceder inicialmente. Y aguantar la crítica posteriormente sin replicar demasiado, para evitar que la tensión se eleve. Cada uno hace lo que puede, y parece que el PP en la Comunitat no puede hacer otra cosa. O no quiere, o considera que es lo mejor. Quizá pretenden ganar tiempo. En España, el que resiste gana, dijo una vez Camilo José Cela. Interesante dilema. En otras zonas del país, los populares han adoptado otras estrategias. En Extremadura, la tensión ha sido evidente desde el principio de la legislatura. Guardiola no deja pasar a Vox cuando llama a la puerta, y los voxistas hacen como el cartero, e insisten. Con el paso del tiempo se sabrá cuál de las dos estrategias es la más adecuada ante una situación novedosa para el PP, que nunca se encontró con un socio preferente tan consistente. Hasta ahora, había tenido que tratar con partidos regionales, a los que terminaba dando el abrazo del oso. O experimentos como Ciudadanos, que apenas tuvieron tiempo de llamar una vez a la puerta popular antes de disolverse como un azucarillo.
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