Cocina, por favor
Cómo tiene que estar la cosa en la izquierda valenciana para que ningún estudio sociológico apunte al vuelco de la mayoría entre los dos bloques
Pasado un año, aparecen por ahí sondeos, estudios, encuestas y un buen número de modos de preguntar y analizar cómo está el tema de ... la política en la Comunitat. No debe estar muy bien la cosa para la izquierda valenciana cuando, ni pasadas por las mejores y más bondadosas cocinas, los emplatados señalan que la cuchara y la sartén están en manos de Morant y compañía. El equipo de opinión sincronizada (derecha 'dixit') no se atreve siquiera a dar como cierto el vuelco de las mayorías ni ante una situación de lógico desgaste del Consell popular.
«La realidad será todavía peor. Lo que hay es un rearme y reforzamiento brutal de la derecha. Yo lo veo entre mal y muy mal», admite un ex alto cargo de relevancia en el Botánico. Si con el peor panorama posible para el president Mazón, con los medios de comunicación nacionales retumbando y la jueza de la dana señalando «negligencias», pasado un año nadie da como ganadora a la izquierda valenciana y lo mejor que puede decir el número dos de Diana Morant es que «hay partido», apaga y vámonos, ministra. Faltaría mas, que diría el Molt Honorable, que no hubiera «partido». Lo que parece que no hay es ilusión.
Desde hace 30 años, en la Comunitat hay dos bloques de votantes muy definidos, en torno al millón y cuarto de electores por bloque. Fuera de la provincia de Valencia, los votantes del PP no han perdido su sintonía por las políticas del partido al frente del Consell. Y en la zona afectada por la dana, probablemente no haya gran problema más allá de ver quién lidera las listas allá por 2027. La gestión de la riada ha desgastado al PP pero no lo ha desfondado, ni mucho menos. Desfondado estaba en 2019, cuando se quedó en 20 diputados en Les Corts. Si ahora mismo, que no ha pasado ni un año de la dana, está en más de 30 escaños según todas las encuestas (y, en algunas, muy por encima), pues el músculo de los populares es evidente. Si a eso se le suma que lo que pierden ellos lo repesca Vox, que además tiene un gran predicamento entre la chavalada que llega nueva a votar, pues ahí están los datos de todo encuestador, que señalan que la movilización del voto de la derecha es óptima. El modo en que el presidente Sánchez se ríe de sus propios chistes a la vez que aparecen casos de mala gestión (que a todo Gobierno le aparecen) y asuntos judiciales delicaditos, quizá explica que los votos que puedan caérsele a los populares ni los huelan los socialistas. Ese clásico minitrasvase no se da. Y en la Comunitat, las habas están contadas y los bloques son férreos. La diferencia de discurso entre Bernabé y Morant el 9 d'Octubre o de cara al funeral de Estado también dice mucho de en qué fase está cada una. Una apuesta por ella y la otra contra Mazón.
¿Y a la izquierda del PSPV? Pues ese es el asunto a dirimir. Cada bloque tiene sus características. En la derecha, los jugadores de la partida están definidos y activados. Sin embargo, hay una desmovilización evidente a la izquierda de los socialistas valencianos (y españoles), además del desgaste propio que sufre el PSOE, que afecta directamente a un PSPV tan próximo a la Moncloa que la tiene metida en vena. El discurso de la oposición es reactivo e intensivo, apuntando a Mazón para gozo de los que ya están convencidos. Carecen de impulsos de movilización más allá de pedir la cabeza del president, se agitan a la contra más que por ilusión de un proyecto. Habrá «partido», que dicen los socialistas, pero lo que no tienen es ni goleadores ni a nadie a quien pasársela. No les queda otra que rezar y cocinar.
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