Dos por uno
La égida de Camps está unida a una etapa identificada socialmente con la corrupción
Para la columna de esta semana había pensado escribir solamente sobre la reaparición del ex presidente Francisco Camps. Sobre su intento de volver a la ... primera línea y el comprensible sentimiento de agravio que lo empuja; es de suponer que durante estos años de suplicio judicial ha desarrollado la idea de que se le adeuda algo que le fue arrebatado injustamente: el liderazgo del Partido Popular valenciano y la primera magistratura de la Generalitat Valenciana. Sin embargo, todo el proyecto que rodea a su relanzamiento destila la ingenuidad del que sufre de visión de túnel. Salvo sorpresa, que en estos tiempos todo puede pasar, su figura política está amortizada. Mucho más si se empeña, o no evita, relacionarse con personajes tan desacreditados como Alfonso Rus o Carlos Fabra. No siendo yo amigo de los linchamientos mediáticos ni de las «penas de telediario», tampoco soy de los que regatea la tozudez del realismo, y es que la égida de Camps está férreamente unida a una etapa identificada socialmente con la corrupción. Ojalá que tanto él como otros gerifaltes populares que hoy deambulan como zombis por el escenario político regional o nacional asumieran que los próximos líderes, autonómico y nacional, deberían tener nombre de mujer y apellidarse Catalá y Díaz Ayuso. Eso si los del charrán aspiran a reeditar el éxito del año 2023, o a desahuciar a Sánchez del Palacio de la Moncloa. Dicho todo esto desde la distancia ideológica, pero también desde el firme deseo de que la izquierda catalanista tarde mucho en volver al poder, y de que la autocracia socialista lo abandone. Pues sobre esto tenía yo pensado escribir hasta que el pasado jueves se proclamó campeón de Liga el Fútbol Club Barcelona y se intensificó el lanzamiento de invectivas entre el barcelonismo y el madridismo. Lo que hizo que me distrajera de mi objeto inicial y que acabara desarrollando otra idea: que aunque lo elegante es felicitar a los campeones, tanto por este éxito como por el del campeonato de la Copa del Rey, como sí hizo el Valencia Club de Fútbol desde su cuenta oficial de X, o a los del Real Madrid si hubiera sido el vencedor alternativo -con el tinglado futbolístico tal y como está estructurado es muy complicado que no sean alguno de estos dos los vencedores- de esas competiciones, esto ya es casi imposible. Porque la situación generada por este antagonismo insoportable de niños malcriados ha desbordado con mucho las tradicionales rivalidades deportivas. El espectáculo de los representantes de ambas instituciones llorando y denunciando ¡el maltrato arbitral! es tan lamentable como surrealista. Y es que las trampas y las palancas me tienen más que harto.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.