La vuelta de El Último
BORJA RODRÍGUEZ
Miércoles, 28 de mayo 2025, 23:05
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BORJA RODRÍGUEZ
Miércoles, 28 de mayo 2025, 23:05
Lo de El Último de la Fila no es solo una gira, es una patada en la puerta del tiempo que nos lanza de vuelta ... a una época en la que la única red social era el balcón de la vecina gritando que tu madre te buscaba. Manolo García y Quimi Portet vuelven como los veranos con bicicleta y bocata de mortadela. Me llama la atención el hincapié que han puesto en destacar que lo hacen con una gira a medida, sin exprimir ni inflar, con precios que van de 65 a 90 euros como máximo, huyendo de las burradas que se están pagando por artistas de música que catalogo del «tipo lavadora centrifugando».
No sé si será este verano, pero más pronto que tarde, me temo que la gran burbuja musical de este país va a estallar porque 1) la oferta es desorbitada y 2) la gente no tiene el bolsillo para pagar tanta «centrifugadora». Algunos artistas hacen giras como si fueran operaciones bursátiles, inflando precios según la demanda y dejando el romanticismo en la caja registradora. Manolo García se descuelga con una frase para enmarcar: «Somos los ideólogos de las entradas a precios asequibles». Sí, ideólogos. Como si el precio justo fuera una ideología revolucionaria. Y, en estos tiempos, lo es, si lo hilamos con los precios de la vivienda.
Me haría ilusión que volviera Mecano, pero por ahora rememoremos aquellos años 80, donde no había WhatsApp, ni Telegram, ni un Twitter lleno de bilis. Había papel de calco para copiar letras de canciones y cintas de cassette que rebobinábamos con el boli Bic. Ahora, con un clic tienes toda la discografía en Spotify, pero sin ese ritual, sin el olor del disco de vinilo, sin el misterio de no saber qué demonios decía Manolo en ese estribillo imposible de descifrar. ¿Les pasa lo mismo que a mí con las letras de El Último? Ahí dejo la incertidumbre.
Vivimos una época en la que nos gritan desde todas partes, que compremos más, vivamos más rápido y olvidemos más pronto. Ahora la chavalada habita en una pantalla y no se juega los codos en un concierto de pie. Pudiera servir esta gira para enseñar que antes no había stories, pero sí historias y que no todo fue mejor, pero muchas cosas eran más nuestras. Como cuando veías a tu grupo favorito con 500 personas en un polideportivo, sin móviles que grabaran, pero con la certeza de que aquello no se te iba a olvidar nunca. A veces, para avanzar hay que volver. A los escenarios, a los precios razonables, a las canciones sin filtros y, sobre todo, a los valores, porque lo que de verdad importa, a veces no se mide en seguidores, sino en recuerdos.
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