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Hoy se celebra el día del Medio Ambiente y nos pasamos el día hablando de él como si fuera ese familiar lejano: con cariño, sí, ... pero a distancia. Cada 5 de junio, como buenos ciudadanos de foto, nos ponemos el pin de la sostenibilidad, compartimos un par de frases inspiradoras en redes y a correr. Mientras tanto, el planeta nos grita desde la sala de urgencias.
En nuestra Comunidad por ejemplo, nos interesamos y apoyamos mucho a esas empresas pioneras que tratan el agua porque además de ser un bien escaso, importa y mucho cómo la gestionamos. Todo vale para controlar fugas, optimizar recursos, darle un nuevo ciclo o, lo más importante, recordarnos que el agua no cae del cielo. Pero mientras ellos hacen virguerías con las depuradoras, en nuestras casas seguimos tirando aceite por el fregadero o toallitas al váter como si viviéramos en la Edad Media. Cuidar el medio ambiente no es solo plantar un árbol el domingo, es entender que lo que tiras hoy por el retrete, mañana vuelve en forma de factura. En otras aguas, las marinas, hoy se procederá a la devolución de 21 tortugas que fueron recogidas en nidos de playas valencianas hace un año. Son ejemplos de empresas, como el Oceanogràfic y muchas más, que se comprometen a incluir en su ADN esa parte de biodiversidad sostenible que hace más saludable nuestro planeta.
La administración, por su parte, va cogiendo ritmo, aunque muy lentamente: energía solar, biogás, hidrógeno verde y mucha promesa de futuro. Todo fenomenal, salvo que el presente sigue oliendo a diésel y que muchos aún no sabemos si comprarnos un coche eléctrico o seguir rezando para que no suba la gasolina. Porque claro, ser sostenible es carísimo cuando el sueldo es de los de apretarse el cinturón.
¿Y la universidad? Hablaba con mi amigo el investigador Pablo Vidal de la UCV que trabajan en hacer barrios más 'caminables' o en cómo evitar que el dominguero arrase un parque natural siguiendo al gurú de turno en Wikiloc. Aplauso para ellos, que están donde tienen que estar: al servicio de la gente.
En fin, que entre tanto dato, tecnología, política, universidades y empresas, lo único que falta eres tú. Sí, tú, el que lee esto mientras decide si recicla el yogur o lo tira todo al mismo cubo. Porque el medio ambiente no se salva solo, ni con un hashtag, ni con una aplicación. Se salva con pequeños gestos diarios, con menos comodidad y más conciencia. Este planeta, aunque a veces parezca un 'sketch' de mi admirado Gila, no tiene sustituto. Y si lo tiene, aún no lo venden en Amazon.
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