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El que parecía el Gobierno más progresista de la historia ha acabado con las zapatillas hundidas en el barro, y no del que reconstruye,precisamente. ... Quien más o quien menos tiene material sensible en su teléfono móvil pero los mensajes cruzados que salen a la luz de toda esta gente es material inflamable. Estamos ante unos WhatsApps que podrían haber salido de una comida de cuñados en Nochebuena, pero no: son del presidente del Gobierno, el que pide respeto y contención política.
Lo más jugoso, claro, son los mensajes filtrados. No solo por el contenido institucional, sino por la parte más visceral. En ellos, Sánchez reparte estopa a diestro y siniestro: a Pablo Iglesias, a Margarita Robles (a quien llama «una pájara»), a Susana Díaz («muy jodida»), y a líderes autonómicos como el «hipócrita» de Page o el «petardo» de Lambán. Es tan solo el último capítulo de una serie protagonizada por el presidente Sánchez que nos tiene «atocinadados» y acostumbrados a apagones nacionales y a caos ferroviarios. Aquí no pasa nada y siempre el problema es la oposición, los medios, los jueces y hasta el vecino del quinto.
El circo, catalogado como el mayor espectáculo del mundo, ya está aquí. Disfruten de la gran actuación del rescate de Air Europa. Ahí estaban Pedro Sánchez y su entonces ministro, José Luis Ábalos, enviándose mensajitos de móvil que hoy, casi cuatro años después, han salido a la luz: «hay que darle una vuelta al rescate». Como si el rescate de la empresa aérea fuera una reunión de escaleta para una gala de Joan Monleón. También tiene su numerito circense la esposa del presidente por empujar ese rescate, citada como imputada, y el presidente Sánchez, como testigo... en La Moncloa. Así, sin moverse de casa. ¿Testigo? ¿Parte implicada? ¿Anfitrión? En el circo, negocio muy familiar, no podía faltar el hermano y aquí aparece en escena el del presidente, David Sánchez que está siendo investigado por prevaricación, malversación y tráfico de influencias.
¿Qué dice el PSOE y sus afines? Que es una operación de lawfare. No les falta razón en que hay quien hace política a golpe de querella, pero tampoco pueden ignorar que hay indicios más que razonables de que algo huele a cerrado. Muy cerrado. Quizá, como país, estemos esperando que alguien nos diga algo más que «resistiré». Ya va siendo hora de explicar, responder y actuar con transparencia. Porque si el barro llega hasta las rodillas, y de éso en esta tierra entendemos, lo peor que podemos hacer es seguir chapoteando.
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