Esto no va de terrorismo internacional, sino de los temidos «y si...»: «¿Y si no apruebo?», «¿y si me quedo en blanco?», «¿y si no ... entro en la carrera que quiero?»... Ya están aquí, los exámenes de la EBAU (la selectividad para los de mi época) y con ellos, una buena dosis de ansiedad juvenil. Pero este año a muchos de ellos, además, les ha caído encima la dana, esa señora impertinente que nos ha desbaratado el ánimo. Porque las clases se han dado, más o menos, pero hay que ver cómo las han afrontado los afectados por la dana. ¿Estamos ante otra generación parecida a la del Covid?
Andrea Soler es psicóloga, orientadora de secundaria y asesora del Colegio Oficial de Psicología, vamos, una que sabe de lo que habla y que no va con frases tipo «tú tranquilo que todo saldrá bien», sino con consejos de esos que sirven de verdad. Dice que hay que poner el foco en tres puntos clave: aceptación, planificación y... sí, dejar de fustigarse con los «y si». Porque, dice ella, resistirse a estar nervioso solo consigue ponerte más nervioso. Vamos, que si te sudan las manos, respira y sigue. No es el fin del mundo, aunque para muchos lo parezca. Luego está la parte práctica, la de toda la vida: hazte un horario, estudia lo que te sepas y no te pongas a descubrir el fuego la última semana. Sobre todo, no te compares con el compañero que parece que lleva todo perfecto y va al examen como si fuera a la playa. Posiblemente vaya igual de cagado que tú, pero lo disimula mejor. Andrea insiste: no compitas, repasar en grupo puede salvar más neuronas que una tarde entera de estudio en solitario.
¿Y los padres? Pues atención, porque aquí también nos toca examen. Nada de frases tipo «tú antes no eras así» o «con lo que te hemos dado, no deberías quejarte». Validación emocional, se llama. Si tu hijo está hecho polvo, no lo arreglas con frases de 'cuñao'. Se les ayuda escuchando y sobre todo, sin ponerte tú más nervioso que él.
Esta EBAU viene con extra de tragedia, cortesía de la dana, pero también con lecciones que valen oro
Esta EBAU viene con extra de tragedia, cortesía de la dana, pero también con lecciones que valen oro: la vida no se puede controlar al milímetro, y aun así, hay que salir a jugar el partido. Y si se pierde, ya habrá prórroga. Pero siempre con actitud, que como dice Loquillo, multiplica.
Así que, desde aquí, toda la suerte del mundo a estos chicos y chicas. Que no se dejen arrastrar por los «y si...» y que recuerden que esto, como casi todo en la vida, también pasará. Lo importante, al final, no es lo que pones en la hoja del examen, sino cómo sales de la tormenta: con la cabeza alta y con ganas de comerte el mundo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.