Lunes de luto, apagón y parón

Todo empezó con la noticia que dejó al mundo boquiabierto: lunes 21 de abril, a las 7:35 horas, fallecía el papa Francisco, a los 88 años, en su apartamento de la Domus Santa Marta. Su muerte no solo conmocionó al mundo, sino que puso el listón informativo muy alto para cualquier otro lunes que se atreviera a intentar igualarlo. Y, sin embargo, una semana más tarde, el lunes 28 de abril, el país entero en 'modo vela' se quedó sin luz con un apagón de dimensiones históricas, interrumpiendo servicios y provocando ese silencio extraño que solo se da cuando todo el mundo se queda sin conexión, ni explicaciones por parte del gobierno.

Por supuesto, no podía haber dos sin tres. El lunes 5 de mayo le tocó el turno al sistema ferroviario español, que decidió unirse a la causa del caos. Lo que comenzó como una mañana de retrasos se convirtió en un desfile de quejas, nervios y trenes parados en estaciones clave. Viajeros atrapados, comunicaciones cruzadas y el ministro Óscar Puente optó por la estrategia del desconcierto: un poquito de confusión por aquí y un poco de sabotaje por allá. Mientras tanto, el infinito equipo de asesores de Sánchez traman y activan el relato perfecto para no asumir responsabilidad alguna. ¿Quién puede estar detrás de toda esta conjura? La derecha y la ultraderecha españolas, ¡por supuesto!

Admitamos que no tienen ningún tipo de pudor ni vergüenza y ello les confiere un puntito más de credibilidad si cabe, ante una sociedad que ya no entiende nada entre tanto ruido mediático. Si nos fiamos del patrón, el próximo lunes 12 de mayo conviene apagar el móvil, llenar la bañera de agua y repasar las instrucciones del kit de emergencia.

Esta maldita derecha española ya no sabe qué hacer para frenar al sanchismo y se puede esperar de ella cualquier tipo de maldad. Se recomienda no hacer planes importantes los lunes durante, al menos, lo que queda de primavera. Y por si acaso, revise usted su linterna, tenga a mano una radio, pilas y una estampita. Y si va en tren, llévese bocadillo, por lo que pueda pasar.