Verdad y periodismo
El hecho de que cada día se imponga más la comunicación a través de las redes sociales no quiere decir que dicho sistema vaya a sustituir al periodismo serio
ÁNGEL LÓPEZ-AMO, NOTARIO
Jueves, 17 de abril 2025, 00:08
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ÁNGEL LÓPEZ-AMO, NOTARIO
Jueves, 17 de abril 2025, 00:08
En estas mismas páginas ya escribí hace tiempo que sólo con la verdad como norma legal podremos alcanzar la justa concordia como anhelo del ser ... humano. Y en virtud de ese anhelo, el hombre trata de acudir a las fuentes de información que le puedan ayudar a orientarse ante los acontecimientos que se le presentan en el cada día de su entorno social. Ciertamente hoy disponemos de diversas fuentes de información o medios de comunicación; pero a mí me sigue pareciendo la prensa escrita como el más completo, fidedigno y comprometido con la verdad, aún dentro de las diversas tendencias o, incluso, manipulaciones que pueda haber. No en vano la confrontación pacífica de las ideas fue, según el politólogo Stephen Holmes, el principio más novedoso y radical del liberalismo.
Pero además nos encontramos en una sociedad que se considera avanzada científica y socialmente, sí, pero en la que a veces se tolera y hasta se promueve la mentira de los poderosos a la vez que se coarta la libre expresión de los individuos. Por eso es importante destacar la labor del periodismo independiente: un quehacer informativo que discurra siempre por los cauces de la verdad, aunque eso suponga, a veces, el enfrentamiento con esos sectores poderosos dispuestos a cercenar el derecho a la libertad de expresión bien entendida. Recientemente, en EEUU, hemos tenido el caso del periodista Jeffrey Goldberg, editor jefe del diario 'The Atlantic', que está siendo vituperado desde diferentes instancias por haber publicado cómo pudo acceder a un chat de altos funcionarios y conocer de primera mano la información relativa a un ataque al Yemen. Pero es que, desde su primer mandato, Trump no ha hecho más que repetir, cada vez más alto, que el periodismo es su enemigo. Lo cual no es ninguna novedad ya que aumentan a diario los políticos que tratan de evitar que sus afirmaciones pasen por la aduana de la prensa prefiriendo acudir directamente a la digitalización de sus mensajes. Incluso vemos a diario como en una rueda de prensa cualquiera, el político de turno no se digna siquiera a contestar al periodista que le resulta incómodo. El acólito de Trump, Elon Musk, lo ha dejado dicho por escrito: «Es muy importante escuchar la voz real del pueblo, no la voz filtrada del pueblo. Y dejar que sea éste quien elija la narrativa y determine así la verdad». Con esto, lo que pretenden es convencernos de que la opinión difundida en las redes sociales, por el sólo hecho de su masiva difusión, es la que puede llegar a considerarse como la auténtica verdad. Tremenda conclusión. Como ha dicho el profesor de Sociología de la Universidad de Harvard, Álvaro Santana-Acuña «estamos ante el comienzo de una era tecnolibertaria».
Ahora bien, el hecho de que cada día se imponga más la comunicación a través de las redes sociales no quiere decir que dicho sistema de comunicación vaya a sustituir al periodismo serio y veraz. Pretender dicha quimera sería una auténtica puerilidad. En las redes sociales la información se transmite mediante un simple clic en el móvil o en el ordenador, rápido para emitir y recibir y breve para conseguir un mayor impacto emocional y un mayor eco o divulgación. Lógicamente con ello la conversación pública se devalúa y sentimentaliza a través de las redes sociales. Y vendrían aquí muy bien unas palabras que Ortega escribió ya en la primera mitad del S.XX en un artículo titulado 'La reforma liberal': «El periódico no es ciencia, sino arte; el arte de las emociones sociales porque los periódicos están encargados de dar a la idea carne de emoción para que se expanda y se haga emotiva». Pero Ortega tuvo una muy dilatada trayectoria periodística y en ella dejó constancia de su querencia por la labor intelectual y humanista de un periodismo que busca la verdad y la información. Porque esa «carne emotiva» a la que alude Ortega se consigue con el arte de saber elaborar argumentos para presentar ante el lector las diferentes aristas o perspectivas que configuran siempre un acontecimiento. Y cuando se comenta en un artículo de opinión una noticia de actualidad y se consigue presentarla mediante ese análisis racional que la sostiene, el resultado es una obra de arte que enamora al lector ávido de veracidad. Pero, claro está, esto es diametralmente opuesto a la «carne emotiva» que se busca hoy con las redes sociales. Ya el nuevo propietario de X nos dice a sus usuarios que «ahora sois vosotros los medios».
En efecto, el periodismo no sólo tiene que narrar lo que ocurre, sino interpretar los acontecimientos con objetividad para que los ciudadanos sean capaces de comprender las circunstancias de su tiempo. En consecuencia, la verdad se configura como su supremo deber y, por consiguiente, no puede rendirse al poder político ni al económico: su lealtad se debe a la verdad, a la realidad y, por ende, a la sociedad.
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