El rugido de León XIV por los pobres
El amor a los necesitados está enraizado en el corazón del evangelio pues Cristo mismo se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza
León XIV acaba de publicar su primer mensaje: la Exhortación apostólica 'Dilexi te' firmada el pasado 4 de octubre, festividad de San Francisco de Asís. ... Su idea central es que los pobres son la verdadera riqueza de la Iglesia y que su cuidado y atención son parte esencial de la fe cristiana. El Papa ha dejado claro que sigue la estela de Francisco en lo que a doctrina social se refiere pues ha hecho suyo el documento que el Papa argentino tenía adelantado, y lo ha enriquecido con sus aportaciones. Deja clara también la continuidad con el magisterio anterior, del que Francisco no es un verso suelto, pues, especialmente desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia asumió la opción preferencial por los pobres, proponiendo un modelo de Iglesia pobre y para los pobres.
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El amor a los necesitados está enraizado en el corazón del evangelio pues Cristo mismo se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. No es, por tanto, una opción coyuntural sólo para estos tiempos, sólo en algunas partes del mundo o sólo para algunos cristianos, sino un signo que marca el ser cristiano proveniente de la misma Revelación y expresión del amor a Dios. Esta centralidad de los pobres se ha manifestado en la Iglesia desde los primeros tiempos y ha sido confirmada por la Tradición y por el magisterio pontificio. Del mismo modo, pertenece a la experiencia misma de la Iglesia a lo largo de su historia: monacato, órdenes mendicantes, fundaciones de congregaciones surgidas para atender a los enfermos, a la educación de los más pobres, al rescate de los cautivos, a la atención de los migrantes. El Papa señala el testimonio de tantos santos que han dado su vida por los más necesitados: San Juan de Dios, San José de Calasanz, Santa Teresa de Calcuta, San Carlos de Foucauld, Santa Francisca Cabrini y tantos otros desde los primeros umbrales de la acción misionera de la Iglesia.
La pobreza tiene múltiples caras (material, cultural, sanitaria, educativa o moral) y choca con un mundo cuyo paradigma es el éxito, la eficiencia y el lucro a toda costa. Se piensa que el pobre tiene culpa de su pobreza y la cultura dominante insta a abandonarlo a su propia suerte, a no juzgarlo digno de atención y mucho menos de aprecio. Ante este panorama de indiferencia, el Papa denuncia las consecuencias de una «economía que mata» como ya lo hiciera Francisco en la 'Evangelii Gaudium' e invita a escuchar el clamor de los pobres, de esos cientos de millones de personas que viven en la miseria más absoluta y que no tienen los recursos suficientes para desarrollarse como personas. En el mundo de la inteligencia artificial nos creemos expertos en ciencia y en tecnología, pero somos analfabetos en acompañar, cuidar, proteger y sostener a los más frágiles.
León XIV hace un triple llamamiento a los cristianos. Primero, a ser conscientes de que la caridad cristiana es la fuerza que puede cambiar la historia y transformar el mundo y, por eso, es un tiempo para el compromiso. Segundo, a ser responsables para hacer oír su voz y despertar las conciencias adormecidas y denunciar, aun a costa de parecer estúpidos, las estructuras de injusticia que deben ser reconocidas y destruidas. Tercero, a ser coherentes, pues la integridad de la fe debe ir acompañada de un testimonio eficaz de servicio al prójimo y, especialmente, al pobre y al oprimido.
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La propuesta del evangelio va más allá de reclamar una conversión personal; la suya es una propuesta de construcción del Reino que tiene la justicia y el amor como leyes fundamentales. La atención y el amor a los pobres constituye un desafío permanente para la Iglesia y en su batalla contra la pobreza deben ser ellos los protagonistas, los maestros que nos enseñan a vivir con poco en medio de la precariedad, a sobrevivir y salir hacia adelante, a vivir con alegría y esperanza a pesar de las circunstancias y a unirnos unos a otros conscientes de que juntos es más fácil superar las dificultades. Como afirma el Papa, para un cristiano, el pobre no es un problema social sino una cuestión familiar, pues es uno de los «nuestros» el que está en peligro.
Al final de 'Los Novios', Manzoni afirma que es fácil ponerse al servicio de los pobres y desde arriba asistirles y ayudarles. Lo verdaderamente difícil es ponerse a su altura, vivir con ellos, compartir con ellos, ser uno de ellos. Esa es la invitación del Papa León al inicio de su pontificado.
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