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La elección del cardenal Prevost y el nombre seleccionado tienen que entenderse en clave de una 'original' continuidad con Francisco que se caracterizará por el ... peso que tendrá la teología social y política en los próximos años. Si Francisco era de carácter primario y espontáneo, este es sereno, reflexivo y analítico, como si buscara el equilibrio formativo interno que le han dado las Matemáticas, la Filosofía y el Derecho canónico. Sus primeras palabras indican una continuidad que será analizada con el paso del tiempo, porque tiene un depurado criterio que podrá interpretarse, al menos, con tres claves para repensar la democracia en la era digital.
Es el primer papa norteamericano y Trump tendrá en él algo más que un interlocutor. Su influencia será decisiva para Norteamérica porque el factor católico será determinante en la reorganización que republicanos y demócratas tendrán que realizar. Sabemos que Biden y muchos simpatizantes demócratas son católicos. Pero desde hace varias semanas todos sabemos que J. D. Vance y muchos republicanos de la administración Trump han presumido de su catolicismo. Además, se han pronunciado públicamente sobre la importancia que San Agustín y el 'ordo amoris' tienen para legitimar con categorías morales el endurecimiento de la política social y migratoria. El hecho de que la última audiencia de Francisco se realizara con el vicepresidente Vance no puede pasar desapercibida. De hecho, la conversación de Trump con Zelenski en el funeral de Francisco era un símbolo significativo.
En las primeras horas se ha señalado que ejercía como 'hispano' en Norteamérica y que representa la identidad mestiza y narrativa del catolicismo del siglo XXI. Esto es importante para reconstruir el papel que los cardenales Prevost y Parolin tuvieron los últimos días del mes de enero y los primeros de febrero cuando Trump endureció su política migratoria. La última carta que Francisco escribió fue el 10 de febrero de 2025 a los obispos de Estados Unidos de América. ¿Quién le pidió a Francisco esta carta de apoyo al trabajo que los asesores jurídicos de las diócesis norteamericanas están haciendo a favor de pobres, refugiados e inmigrantes? ¿Quíén tomó la iniciativa de la carta y quién preparó el borrador para la redacción final? Sin la tradición agustiniana no se entendería nada.
Quienes hayan leído la carta comprobarán la presencia de San Agustín y el papel que la rehabilitación de la Teología política están teniendo en todo el mundo. Desde Rowan Willians hasta Oliver O'Donovan y John Milbank, el agustinismo político está de actualidad porque pone en cuestión la relación entre las dos ciudades, la ciudad de Dios (Iglesia) y la ciudad terrenal (Estado), lo nos lleva a repensar la relación entre los dos órdenes morales y políticos tradicionales: el que propone la Iglesia y el que van construyendo en la historia los regímenes políticos, que llamamos 'democracia' en sus diferentes versiones. Ambos órdenes trenzados por la categoría política del 'ordo amoris', precisamente recuperada por Vance para legitimar la ética católica de la proximidad de su política migratoria.
La correcta interpretación de esta categoría agustiniana está presente en la carta del 10 de marzo, y es el núcleo de la carta porque supone un torpedo teológico en la línea de flotación de la legitimidad ética y teológica que busca el gobierno Trump para hacer plausible su política ante la opinión pública mundial. Un cardenal misionero, conocedor de todas las pobrezas (sobre todo la de aquellos que son tan pobres que solo tienen dinero), genealógicamente mestizo, fraile hispano agustino y tan ciudadano americano como el resto de los latinos, resulta que puede apropiarse de un discurso moral que desmonta racionalmente la pobre teología de la Casa Blanca. León XIV no ha sido ajeno a una carta de 10 puntos que debería estudiarse en todas las facultades de Derecho para valorar por dónde camina la nueva teología política: (a) una teología ascendente y del pueblo, recordemos que Prevost intervino con Francisco en la conferencia del CELAM de Aparecida (2007), (b) una reivindicación de la doctrina social de la iglesia vertebrada por el cuidado de los migrantes, los derechos humanos y el compromiso con la calidad humana políticas públicas, (c) una desacuerdo estructural con quienes identifican migración con criminalidad, (d) una ética samaritana que no entiende que el 'ordo amoris' sea expansión mecánica de un yo filantrópico que voluntariamente extiende su compasión, sino como plenitud de la persona como presencia comunicada donde 'la relación con los más pobres nos puede madurar la identidad y misión'. Atentos al final de la carta: 'exhorto a no ceder ante narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados. Con caridad y claridad estamos llamados a vivir en solidaridad y fraternidad, a construir puentes que nos acerquen, a evitar muros...'.
Las otras dos claves tienen que ver con la memoria de León XIII y la Rerum Novarum. Una relacionada con la emergencia de la 'cuestión social', lo que incide en el compromiso directo y la no neutralidad de los católicos en el diseño, gestión y aplicación de las políticas públicas. Y otra que afecta a la crítica de una razón instrumental moderna donde la violencia y la guerra de todos contra todos parece el estado natural de las cosas. Volveremos a cuestionar un modo de entender la modernidad industrial, acelerada y tecnocrática que ha descuidado la vulnerabilidad, la fragilidad y la bondad. Es el horizonte agustiniano de las calles de Chicago, con Dorothy Day en la memoria.
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