La vulnerabilidad de los nuevos maestros
Hace dos semanas la Fundación Santa María presentó el Informe Mundial sobre el profesorado que patrocina la UNESCO. La finalidad del informe es sencilla: «busca ... la formación de políticas públicas basadas en datos empíricos con el fin de abordar los problemas globales de la profesión docente para garantizar que los niños y las niñas tengan acceso a una educación de calidad». Es fruto de una investigación que promueve una transformación de la educación focalizándose en los equipos docentes. En lugar de hablar de los maestros de toda la vida, muestran una gran preocupación por la corrección política, la equidad de género, las políticas inclusivas y, por supuesto, la preocupación por el 'bienestar' integral.
Una de las conclusiones es la falta de maestros para los próximos años. Otra que, por primera vez, la escuela compite con la empresa para apropiarse de maestros, dejando clara la incapacidad de las instituciones educativas para retener el talento de los maestros. No solo porque las plazas para maestros de Matemáticas no se cubren, sino porque en otras áreas como las relacionadas con Ciencia, Tecnología o incluso Humanidades, los docentes abandonan el entorno educativo cuando tienen otra oportunidad profesional y se pasan a la empresa. La tasa de abandono de la docencia se ha incrementado, pasando de un 4,8% a un 9%. Si a ello añadimos que 1/3 manifiesta síntomas de estrés o depresión, que la desafección es superior al 11% porque no termina integrándose y que la carrera profesional que le espera a un maestro es muy pobre, el resultado es desalentador y preocupante.
Para afrontar este reto, la propia Fundación, la orden de los Camilos, la Universidad Pontificia de Comillas y algunas administraciones, han puesto en marcha un programa para crear 'comunidades profesionales de aprendizaje'. Estos equipos son conscientes de que la burocratización y el papeleo se han convertido en los cánceres más peligrosos de la vocación. La aplicación de criterios industriales para medir la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje está minando la moral de los educadores. El cuidado de los maestros se ha convertido en uno de los imperativos más importantes de todas instituciones educativas. Nunca como ahora su vulnerabilidad había sido tan grande. Y la sociedad se juega mucho. Por eso, la propuesta de comunidades profesionales de aprendizaje es una iniciativa valiosa que no puede caer en saco roto. Siempre que sus promotores no tengan miedo a incluir a las familias o contar con variables tan revolucionarias como las virtudes, el carácter o simplemente el propósito de la transmisión educativa.
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