Leviatán era el nombre de un monstruo que aparece en el libro de Job y que Thomas Hobbes elige en el siglo XVII como título ... para su 'Tratado sobre la materia, forma o poder del estado eclesiástico y civil'. Es un clásico de la filosofía política moderna y proporciona pistas para entender las relaciones entre un individuo frágil, vulnerable e inseguro que pacta con un soberano político que le proporciona seguridad, orden y estabilidad en un mundo incierto. Es un libro básico para seguir entendiendo la política contemporánea en tiempos de digitalización porque describe las relaciones entre la mente del ciudadano y el ejercicio del poder, como si la política fuera algo más que un arte legislativo o gerencial, como si la política fuera una técnica psicológica con la que dominar las almas. De hecho, para entender los cambios que se han producido en la política internacional después de caída del muro y que hoy se explican en términos de «populismo, polarización y posverdad» (M. Naim) necesitamos acudir a la psicología política de nuevos Leviatanes, ingenieros de almas sin los que hoy no entenderíamos lo que pasa en China, Rusia o los EE.UU.
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John Gray es uno de los grandes teóricos del liberalismo político y ha publicado un ensayo donde recupera esta dimensión psicológica de la política y lleva por título 'Los nuevos leviatanes'. El subtítulo precisa que son «reflexiones para después del liberalismo», como si este retorno de los leviatanes nos exigiera buscar un epitafio para esta ideología. Un epitafio no sólo para el liberalismo socialdemócrata de Rawls y sus derivaciones mediterráneas, sino para el liberalismo más filosófico y radical: primacía del individuo, igualdad de estatus, universalismo y meliorismo o mejoramiento progresivo de la vida institucional. El leviatán ortodoxo de Rusia, el panóptico digital Chino y el 'hiperliberalismo' woke que promueve la autocreación antinatural del individuo son claves para entender cómo trabajan los nuevos ingenieros de almas, como ofrecen la salvación a los nuevos súbditos para liberarles de la pesada carga de la libertad.
Son leviatanes digitales y su despotismo es mucho más refinado porque son capaces de seguir enfrentando a las masas con las élites, impidiendo la aparición o consolidación de una clase media y transformando el mundo en un casino. Generan estados de naturaleza artificiales para erigirse en nuevos salvadores y no les preocupa el horizonte de una sociedad abierta. Es algo que explica dinámicas electorales y recuerda 'progresos' que son 'regresos', como si el nuevo desorden político global se explicase mejor como tecno-feudalismo.
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