Secciones
Servicios
Destacamos
Se ha cumplido el primer mes de Trump en la Casa Blanca y el tablero de la geopolítica está cambiando a una velocidad insospechada, como ... si los ingenieros de Elon Musk no se conformaran con los cambios en OpenAI o Tesla y estuvieran dispuestos a poner sus manos en la Historia. Apenas habían pasado tres semanas para que comprobáramos que la aceleración no se aplicaría únicamente a los algoritmos sino a los procesos históricos. Entre el 20 de enero, toma de posesión y el 12 de febrero, conversación de 90 minutos con Putin, se preparó un nuevo imperialismo algorítmico. Si la perplejidad podía respirarse en Múnich la semana pasada, donde las palabras del Vicepresidente J.D. Vance despertaron a los líderes europeos del burocrático sueño tutelado de la vieja Europa, las últimas declaraciones de Trump, canonizando a Putin y poniéndole en bandeja la cabeza de Zelensky son inquietantes.
Incluso los líderes europeos que no vieron con malos ojos el cambio norteamericano están perplejos por el nuevo panorama de esta vieja Europa. A pesar de la rapidez de reflejos de Macron que convocó en Paris a un grupo importante de mandatarios europeos para salvar al soldado Zelensky y mostrar apoyo internacional de infantería al pueblo ucraniano, los líderes europeos no saben a qué atenerse, ni cómo dar la cara en sus respectivos países. Casi todos están esperando los resultados de las elecciones alemanas de este domingo. Por muy importante que sea el nuevo protagonismo de Giorgia Meloni para la vieja Europa, la clave estará en el nuevo gobierno alemán. Los algoritmos de Musk no sólo han procesado la debilidad interna de Macron, están a la espera de los resultados del domingo. Hay razones fundadas para pensar que el discurso del vicepresidente Vance, junto a la desacreditación internacional de Zelensky, influirán en la recta final de las complejas elecciones alemanas.
El informe Draghi ya apuntó el año pasado que la vieja Europa no iba por buen camino y debería revisar las dificultades que ponía al talento, la innovación, la creatividad y, en general, la 'actividad económica' en el mejor sentido de la expresión. Aunque no decía nada de la Europa existencial y moral con la que han crecido miles de Erasmus que han pasado por nuestras aulas, abría el horizonte para una Europa menos hipócrita y algorítmica, donde la sociedad civil y la vitalidad de sus gentes se mantuviera despierta y unida. Para que mantuviera vivo el digno sueño de sus fundadores, porque Schumann, De Gasperi o Monet nunca se la imaginaron de rodillas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La Unidad de Trasplantes de Valdecilla, premio Cántabro del Año
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.