Los chupitos de Gan Pampols
Los menús oficiales deberían limitarse a una bebida. El resto, igual que los digestivos, deben salir del sueldo del político
La historia. El teniente general Gan Pampols, el flamante vicepresidente de la Generalitat, quizá conoció ayer lo que es el fuego amigo. El de ... la política, claro. Resulta que en una comida con otros cuatro comensales se gastó 188 euros. No es el importe del menú ( 22 euros por comensal) destacable ni fuera de los usos y costumbres. Un precio dentro de mercado, claramente. Pero llama la atención el consumo de cervezas, una botella de vino, algunas copas de Rioja y, para colmo, un par de chupitos. ¿De Ginebra? Pero, ¿quién demonios se toma un chupito de Bulldog? En fin, para gustos... La anécdota abre una ventana para el debate. ¿Debe asumir el Consell un desembolso de 67 euros en alcohol? Eso es lo que parece desproporcionado. La solución más sencilla la ofrece, como siempre gratis y sin demasiadas cavilaciones, el sentido común: las cervezas o el vino parecen asumibles. El acompañamiento lógico de cualquier menú. Incluir ambas, las cervezas y el vino, entraría en el límite, pero, de igual modo, puede ser aceptado o entendido. Es comprensible, vaya. Lo que rebasa cualquier argumento y de ahí el error de quien pasó este ticket es añadir dos chupitos a la salud del contribuyente. Parece una broma de mal gusto. Innecesaria y torpe. Seguro que Gan Pampols no imaginó nunca que este ticket saliera a la luz, pero así lo ha certificado la Generalitat en una petición de Compromís. No se recurrió ni siquiera a la argucia de camuflar los digestivos en otro concepto en la cuenta del conocido local, en la Alameda, a un paso de la conselleria dedicada ahora a la reconstrucción. Recordemos que el que fuera gerente de Divalterra, Víctor Sahuquillo, dimitió por incluir unos gintonics en las dietas. La torpeza de la conselleria de Gan Pampols, pero multiplicada por varios digitos. Hace unos años, el Consell estableció para sus altos cargos un menú de 20 euros. Era aquella época de Alberto Fabra donde lo primordial era abrocharse el cinturón. No se debía exhibir generosidad en los gastos si había familias sufriendo. En estas recomendaciones o se podría incluir, por ejemplo, una única bebida por comensal -o dos- para ser sufragadas por el contribuyente. El resto de las consumiciones -no hace falta ni nombrar las espirituosas- ya debería correr por cuenta del político o el alto cargo. No parece un comportamiento demasiado alejado de la lógica, la verdad. Esta munición de fuego amigo también la ha empleado Pampols en alguna ocasión, seguramente sin mayor intención, como cuando defendió la tramitación de ayudas a la UE por parte del Gobierno frente a la avalancha de críticas de los populares. Seguro que Gan Pampols arrastra un enfado monumental. El vicepresidente tiene un nuevo capítulo por si amplía su manual de referencia: 'El arte de saber mandar'.
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