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Manolo, abuelo de Izan y Rubén, muestra una foto con sus nietos. I. Cabanes

«Con Izan y Rubén se fueron mis ganas de vivir»

El abuelo paterno de los dos pequeños, de cinco y tres años, arrastrados por la riada en Torrent apenas sale de casa desde que la dana le arrebató a sus nietos

Ignacio Cabanes

Torrent

Martes, 28 de octubre 2025, 00:58

El tiempo se detuvo a las 18.30 horas del 29 de octubre para la familia de Izan y Rubén, los dos hermanos de ... cinco y tres años a los que la riada se llevó de forma alevosa cuando se encontraban junto a su padre en su domicilio, una casita de campo situada en la Curra de Torrent, junto al barranco de la Horteta. Sus rostros y la desesperada búsqueda de sus cuerpos durante más de diez días, hasta que los cadáveres de los pequeños fueron localizados a unos 15 kilómetros de distancia, en Catarroja y Massanassa, fueron unas de las imágenes más tristes de la tragedia. «No soc persona desde que desaparecieron», confiesa su abuelo paterno, «con Izan y Rubén se fueron mis ganas de vivir». Los padres, que siguen bajo tratamiento psicológico, ni siquiera están en condiciones de hacer declaraciones.

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Es la triste realidad un año después de la tragedia para esta familia rota por la dana. Para Manolo, de 78 años, la muerte de sus nietos le ha hecho envejecer de golpe. Los que lo conocen –tras haber regentado durante años un bar en Torrent– aseguran que antes de la dana este jubilado llevaba una vida normal y que el último año apenas sale de casa. «Estaban aquí cada dos por tres, eran la alegría de vivir, ha sido un golpe muy fuerte», explica al recordar a sus nietos al tiempo que asegura que daría lo que fuera porque volvieran a entrar por esa puerta diciendo: «Yayo dinerito», como le solía pedir Izan cuando iban a verlo.

El padre de Izan y Rubén coloca una vela y flores en el monumento en recuerdo de los fallecidos en Torrent. Jesús Signes

Manolo no quiere entrar en cuestiones de responsabilidades sobre lo ocurrido, a sus nietos nadie se los va a devolver y deja en manos de su hijo y los abogados estos asuntos. De hecho, cuando salen en televisión informaciones sobre el aniversario de la dana y el enfrentamiento político apenas presta atención. «No quiero darle más vueltas a la cabeza», indica.

En manos de la Justicia

Un año después del 29-O los padres de Izan y Rubén tratan de retomar las riendas de su vida y, aunque el dolor sigue tan vigente como el primer día, confían en que la Justicia haga su trabajo –por ello están personados en la causa que instruye el Tribunal de Instancia 3 de Catarroja– y los responsables de sus muertes y las de las otras víctimas mortales de la dana respondan por sus acciones y omisiones.

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Víctor y Marta quisieron estar presentes en el acto de homenaje que se celebró en la tarde de este lunes en Torrent, en el monumento que el Ayuntamiento ha colocado en una de las rotondas de Mas del Jutge, donde once árboles de acero recordarán las vidas de las víctimas de la dana de Torrent. Ocho de ellos vecinos del municipio y cuyos nombres permanecerán grabados en el anillo perimetral para que su memoria esté siempre presente. «En recuerdo de todos nuestros vecinos que nos dejaron en la dana del 29 de octubre de 2024», reza el texto que acompaña los nombres de María Asunción Tortajada, Nicolás Quintana García y su esposa Encarnación Uceda González, Manuel Rosa García y Carmen Fenoll Ortí, Sergil Voitiuk, y los pequeños Izan y Rubén Matías Calatayud.

Antes de comenzar el acto Víctor indicó que veía positivo este homenaje en recuerdo de sus hijos y las otras víctimas de la dana de Torrent, pero tanto él como su mujer pidieron respeto y poder vivir este momento en la intimidad con sus más allegados. En su momento, desesperados por localizar a Izan y Rubén, y ante la falta de medios y atención de los primeros días en esta zona de la Curra de Torrent, la familia de los pequeños pidió ayuda en los medios de comunicación para que se intensificara la búsqueda, para que trajeran maquinaria pesada y acabar con la angustia de la incertidumbre.

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Localizados a 15 kilómetros

El cuerpo sin vida de Izan, de cinco años, fue localizado el 9 de noviembre en un edificio en obras de Catarroja, a unos 15 kilómetros del punto desde el que su padre los perdió de vista cuando la furia del agua y el arrastre de los camiones que había en una campa situada junto a la vivienda arrancó las paredes del comedor y se los llevó a los tres. Víctor consiguió agarrarse a una rama, donde permaneció tres horas luchando contra el agua, el frío y la impotencia de no saber dónde y cómo estaban sus hijos. Por momentos incluso se planteó soltarse, pero el amor a su mujer y a no dejarla sola le hizo seguir luchando.

Tan pronto como el nivel del agua descendió trató de buscarlos sin éxito. Lo único que consiguió este padre desesperado por localizar a sus hijos es que se le infectaran las heridas de las piernas, por las que tuvo que permanecer varios días hospitalizado. «Mi hijo se creía que no lo contaba, tenía las piernas destrozadas», recuerda Manolo.

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Un día más tarde que su hermano mayor, el cadáver de Rubén, de solo tres años, era localizado siguiendo el curso de la Rambla del Poyo un kilómetro más abajo, ya en Massanassa. Se acababa así la pesadilla de dos semanas de incertidumbre y comenzaba el duelo, que todavía hoy, un año más tarde, sigue presente en esta familia que perdió en cuestión de segundos y confiados en la seguridad de las cuatro paredes de un hogar, la alegría y las ganas de vivir.

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