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El Dr Shubart durante el homenaje, junto a un ánfora de barro. /José Iglesias
EL VINO DE LOS PODEROSOS DE BENIMAQUIA

EL VINO DE LOS PODEROSOS DE BENIMAQUIA

INVESTIGACIÓNLa primera bodega de la península produjo un vino envejecido en tinajas de barro para la aristocracia

José Iglesias

Jueves, 1 de enero 1970

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Hoy en día, y más en los últimos años, el consumo del vino se ha popularizado y está al alcance de todos, en mayor o menor calidad. Pero hubo un tiempo, en el siglo VI a.d.C. que en el asentamiento íbero del Alt de Benimaquia, en lo que fue una pequeña fortificación levantada en la estratégica atalaya del Montgó, se fabricaron los primeros vinos de la península destinados para el disfrute de los poderosos. El lugar donde hoy a simple vista hay montones de piedras albergó unas estancias con cuatro prensas de vino que derivaban el mosto a una cubeta más grande para pasar el preciado líquido a ánforas de barro, el recipiente donde se conservaba y acababa su fermentación que lo hacía apto para el consumo.

El poblado ibérico del Alt de Benimaquia se ha interpretado como la residencia de un jefe, que inicia una producción de vino excedentaria para integrarse en la red comercial que incluye Ibiza y la costa mediterránea peninsular. Es un reflejo del poder de las aristocracias locales, que aprovechan sus contactos con los colonos para poner en marcha la producción de vino, en ese tiempo, una bebida muy preciada porque el control de su distribución y su consumo no hacía más que reforzar el poder de estos grupos aristocráticos.

Estas primeras producciones de vino fueron documentadas por arqueólogos que han dirigieron distintas excavaciones en el Alt de Benimaquia a través de los años. Pero fue el alemán Dr. Schubart, quien realizó la primera excavación en 1960 y quien puso en el camino a los que llegaron después, en los años 80 y descubrieron el primer lagar de la península. La bodega Les Freses de Jesús Pobre rindió homenaje esta semana a este primer arqueólogo, el Dr. Hermanfrid Schubart quien a sus 88 años revivió ante un centenar de personas aquellas primeras excavaciones en el Montgó en 1960. La viticultora de Les Freses, Mara Bañó, localizó a este arqueólogo tras una búsqueda por distintos lugares que finalmente le llevó a Moraira, donde un hijo suyo tiene una segunda residencia y donde pasan largas estancias de descanso.El Dr. Shubart marcó el camino que hizo de Benimaquia la cuna del vino de la Península Ibérica, y así lo destacó el arqueólogo dianense Josep Ahuir, quien incidió en la importancia de este lugar para el estudio de la cultura ibérica, que ha de darse a conocer y disfrutarlo por los que aquí vivimos.

El arqueólogo alemán llego en 1960 con 28 años al Montgó, pero su trabajo se centró en las mediciones de la fortaleza porque hasta el año 61 no le dieron permiso para realizar las primeras excavaciones. Treinta años más tarde, los arqueólogos que llegaron después encontraron los lagares y descubrieron esta primitiva producción de vino, aunque el propio Shubart ya sacó a la luz unos primeros fragmentos de cerámica de fábrica local donde años después se constató que pertenecieron a ánforas que almacenaron vino.Una producción de vino, señaló Shubart, que era un privilegio del 'cacique' que mandaba en el Alt de Benimaquia, que hacía vino solo destinado a unos privilegiados: sus guerreros y sus trabajadores agrícolas.

Ahora la bodega Les Freses elabora también un vino fermentado en ánforas de barro denominado 'Ànfora', siguiendo técnicas muy parecidas a las que utilizaron los íberos pero con moscatel de Alejandría, los íberos utilizaron uvas tintas. No obstante, el 'Ànfora' es un vino que está al alcance de todos, poderoso y que da poder a quien lo bebe, lo conoce y lo disfruta. Debe ser la magia del Montgó y sus viñedos.

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