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VIAJES DE FICCIÓN

ESTHER ASPERILLA

Viernes, 5 de julio 2019, 00:40

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Hay infinitas formas de viajar. De recorrer parajes, de explorar. Viajar es, al fin y al cabo, desordenar la vida diaria. Es ponerla patas arriba y agitarla para ver qué sale, con la premisa de que aparezca algo nuevo. Algo diferente, discordante de lo que ya conocemos. Viajar supone perder el control sobre lo conocido y conectar con los otros a través de lo ajeno. Aunque lo cierto es que no es fácil saber la motivación que subyace al viajero. Por qué viajamos. Qué es lo que nos mueve.

Para la escritora y periodista colombiana Juliana González-Rivera, las motivaciones han cambiado de manera sustancial durante los últimos años. Ella cree que la ficción ha superado a la realidad. Que la gente viaja para conocer escenarios de series de Netflix o HBO y que contrata tours con el fin de recorrer lugares donde se han grabado escenas ficticias. Escenas visionadas por millones de espectadores y que se inmortalizan a golpe de 'selfie'. La escritora reflexiona sobre cómo es posible que esas visitas se basen en la ficción. Cómo puede ser que la imagen se imponga por encima de la realidad.

Aunque, ahora que lo pienso, esta tendencia ya existía mucho antes. No tenemos más que visitar Baker Street en Londres y tropezar con decenas de turistas visitando el escenario en el que se desarrollaban las aventuras del mítico Sherlock Holmes. Pero supongo que la literatura sigue teniendo mejor prensa que las series.

Lo que está claro es que no existe una única razón para viajar y que tal vez no viajemos exclusivamente para conocer otros lugares. Quizá viajemos para conocernos a nosotros mismos. Porque si Nisargadatta estaba en lo cierto, el conocimiento del mundo solo es útil para el viajero. Para nadie más. Somos nosotros, en nuestra individualidad, sumergiéndonos en una realidad distinta. Lo que encontremos pasará a formar parte de nuestro bagaje personal para siempre y eso sí que no tiene camino de vuelta. Por eso, (mañana, este verano, cuando sea) viajemos. Porque, por felices que seamos, nunca seremos tan felices como para dejar de viajar.

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