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INVOCAR A LA PRIMAVERA

ESTHER ASPERILLA

Viernes, 23 de marzo 2018, 00:35

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Os iba a escribir esta semana todo un alegato sobre el advenimiento de la primavera. Os iba a hablar de lo mucho que está tardando en llegar. Del frío que sigue haciendo. De lo pesado que llega a resultar que el tiempo no mejore. Así que, como de costumbre, me senté y me puse a elucubrar sobre ello. Pero, por alguna razón, no me gustaba lo que estaba escribiendo. Se me encasquillaban las palabras. No fluían. Al menos no como suelen hacerlo.

El caso es que tras un rato (o unas cuantas horas) dándole vueltas y negándome a lidiar con la frustración, me percaté de lo que sucedía. Era mi propia primavera la que intentaba narrar. La que yo estaba esperando. Y no puedo, no tengo derecho a extrapolar mi espera a la de los demás. Pero es lo que pasa cuando escribes. Que las emociones se te vuelven instintivamente palabras.

Lo cierto es que aun con frío (y sí, vale, con un pelín de frustración), acabamos de rebasar uno de los momentos más bonitos del año. El equinoccio de primavera. Etimológicamente, equinoccio proviene del latín 'Aequi noctium' que significa «noche igual» y se refiere a la primera noche del año que tiene la misma duración que el día. Nos hallamos a escasos momentos del comienzo de la floración. De que reverdezca la naturaleza y se renueve la vida.

Para los mayas este período marcaba el inicio de la fertilidad. Para los egipcios era el momento idóneo para venerar al sol. Los griegos le otorgaban asimismo gran importancia y lo escenificaban mediante el rapto de Perséfone. Jesucristo, recordemos, también resucitó en Pascua.

Y llegamos a nosotros. Urbanitas, civilizados, modernos que creemos estar al margen de este proceso. Pero que va. No lo estamos. De hecho, lo queramos o no, nos hallamos sumergidos de lleno en esta matriz cíclica del ecosistema. Por eso no está de más que, como las miles de personas que se reúnen por estas fechas en Teotihuacán y Chichen Itzá, rindamos tributo a la naturaleza y a una primavera, la mía, que estoy segura de que llegará. También la vuestra. La primavera siempre llega.

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