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BRECHAS EN EL AGUA

ESTHER ASPERILLA

Viernes, 14 de diciembre 2018, 00:45

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Dos peces jóvenes están nadando alegremente en un lago. Por el camino se encuentran con un pez adulto, que al verlos les dice «¡buenos días chicos! ¿Cómo está el agua?». El pez más joven saluda a su vez con un movimiento de cabeza y siguen nadando. Un poco más adelante, uno de los peces jóvenes mira al otro y pregunta «¿Qué diablos es el agua?». Así comienza el discurso de apertura que el afamado escritor americano David Foster Wallace dio a los alumnos de Kenton College el día de su graduación.

El discurso es de 2005 pero parece estar hoy más vigente que nunca. ¿Y de qué agua habla Wallace? Pues ni más ni menos que del escenario en el que vivimos inmersos. De esas supuestas verdades en las que hemos basado nuestras vidas y que, a base de repetírnoslas, ya ni tan siquiera nos planteamos. De nuestro egocentrismo, nuestra forma de ver el mundo, nuestra manera de catalogar, que nos impiden considerar las cosas desde una perspectiva diferente. Wallace utiliza el ejemplo del agua para resaltar la importancia de la educación en nuestro modo de entender y de relativizar. Y lo hace no tanto en lo que se refiere a aprender a pensar, como a tener capacidad de elección sobre lo que pensamos.

En el fondo, trata de rebatir el pensamiento polarizado al que tantísimo asistimos en los últimos tiempos. Porque la misma experiencia puede significar dos cosas totalmente diferentes para dos personas que poseen distintas plantillas de creencias y formas desiguales de construir significado. Wallace no apoya ninguna. Él aboga, ante tanta certeza ciega, por crear brechas en el agua. Brechas que se crean con educación. Que se crean leyendo, viajando, observando nuestro interior y reconociendo que nuestro enfoque no es el único válido. Que se consolidan desarrollando una inteligencia que elige experimentar el mundo a través de la ausencia de etiquetas y de la consciencia. Y que nos recuerdan lo que, en realidad, son el pensamiento extremo y los argumentos inamovibles. Solo agua. Nada más.

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