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EL BAILE

ESTHER ASPERILLA

Viernes, 12 de abril 2019, 01:31

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El otro día fui a ver un grupo flamenco. Actuaban en uno de esos bares con mesas pegadas a la pared y el centro del local vacío, haciendo las veces de pista de baile. Reunida estaba la tribu que se suele congregar en este tipo de saraos. Guiris (muchos), emigrantes nostálgicos del sur, gente que (sin más) gusta de este tipo de música. Lo de costumbre.

Al poco de entrar me llamó la atención una pareja que bailaba discretamente en uno de los laterales de la sala. Eran jóvenes y guapos y no se saltaron ni una sola canción, salvo las sevillanas. Si dos horas estuve en el bar, las dos se las pasaron bailando. Los cuerpos pegados, como si un resorte les dictara el ritmo y el paso. Las caras relajadas. Disfrutando. Pero lo curioso es que no bailaban flamenco. Ni rumba. Ni nada que se le pareciese. Bailaban salsa.

Al principio me chocó al darme cuenta. Si me lo hubiesen contado sin haberlo visto en directo, hubiera dicho que no pegaba. Flamenco con pasos de salsa. En qué cabeza cabe. Y sin embargo no desentonaban en absoluto. Iban acompasados, mecidos por la melodía y la engarzaban a una danza que, si bien no tenía nada que ver con el estilo musical, les encajaba perfectamente. Con lo difícil que la salsa puede llegar a ser, ellos la hacían parecer fácil. Se deslizaban. La mayor parte del tiempo no eran dos, sino un solo cuerpo formado por ambos. Un solo cuerpo que bailaba.

Recuerdo haber pensado que si funcionaban así en el baile, qué les podría ir mal. Hay parejas que encuentran su propia danza. Creo que en ese momento sentí envidia. Debimos sentirla todos los que estábamos allí y no formábamos parte de esa exquisita coreografía. Esa, en la que hasta las equivocaciones parecían ser una parte fundamental del engranaje. Y recuerdo haber pensado «es una metáfora perfecta».

La vida tiene que ser eso. Llevar siempre tu propio paso. Trenzarlo a otro que te sea afín. Acompasarlo al ritmo que suena. Da igual si pega. Da igual lo que piensen los demás. Siendo consciente de que lo único importante es con quién y por qué bailas.

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