Roger: premio cada cuatro tiros

La séptima plaza que luce el Levante en la actualidad responde a la suma de varias pócimas que ha sabido mezclar en su dosis perfecta Paco López. En su receta, un ingrediente fundamental tiene nombre y apellidos: Roger Martí. A sus 27 años y después de una nada fácil trayectoria profesional, el delantero atraviesa por el momento más dulce desde que decidió dedicarse en cuerpo y alma a este deporte. Sólo hace falta ver el porcentaje de aciertos en el remate que luce para darse cuenta de la efectividad que le ha llevado a estar en lo más alto: cada cuatro intentos, se lleva el premio del gol.

Séptimo anotador de Primera con seis muescas en su cuenta, Roger -empatado en puntería con Ben Yedder y Maxi Gómez- es detrás de Iago Aspas y del gallego Borja Iglesias el mejor delantero español en Primera. Posee un 4% de efectividad en cuanto a los remates a portería que realiza y lo más importante en su caso es que ha sabido sobreponerse a la competencia que supone compartir plantilla sobre todo con Borja Mayoral, y con Boateng y Dwamena. Roger, acostumbrado anteriormente a ser la cuarta opción, es hoy por hoy la primera elección, aunque sea también el segundo futbolista más sustituido de toda la plantilla (el primero es Jason).

A Roger el fútbol le está dando ahora todo lo que antes le ha quitado. Dos lesiones graves de rodilla han acabado por moldear ese carácter retraído y a veces seco que demuestra en el día a día del vestuario. Vamos, es lo opuesto a Coke. Eso sí, nadie le puede negar su obcecación por el trabajo. En cada lesión de rodilla lo ha demostrado con creces. En la segunda se dedicó a hacer horas extras para acelerar su proceso hasta el punto de que le tuvieron que recomendar moderación.

«Es muy cabezón, muy tenaz en todo lo que se propone», asegura una de las personas que mejor le conocen en el vestuario. Que sea socio de una clínica de fisioterapia en Torrent, donde reside, facilitó también esa predisposición a la mejoría física. Roger, como todos los delanteros, vive del gol. El problema es que cuando ese objetivo no llega, el valenciano suele acusar más que otros el golpe. Toda la fortaleza mental que ha adquirido con las lesiones parece a veces saltar por los aires.