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Róber Pier y Guardado luchan por la posesión en un lance del encuentro.

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Róber Pier y Guardado luchan por la posesión en un lance del encuentro. EFE/Julio Muñoz

Levante UD | Un paso letal por el vestuario

El Levante se hunde tras el descanso y cae goleado ante un Betis arrollador

JOSÉ MOLINS

Martes, 26 de septiembre 2017, 00:58

Algo raro se notaba en el vestuario cuando los jugadores del Levante entraron al acabar la primera parte. Casi imperceptible, prácticamente nadie se dio cuenta. Pero resultó letal. Allí se perdieron la solidez y el orden táctico con los que los de Muñiz se habían encaramado a los puestos europeos en el inicio liguero. La segunda parte fue un desastre. El Betis pasó por encima y arrolló a los valencianos con cuatro goles. El secreto de la fortaleza granota estaba en algún rincón de ese vestuario, olvidado en el descanso, porque tras la reanudación los jugadores azulgranas no se parecían a los que habían controlado el encuentro en la mitad inicial.

Fue la primera vez que al Levante de Muñiz le marcan cuatro goles, pero pudieron ser alguno más. La única ocasión en que el equipo se había mostrado tan vulnerable fue ante el Getafe la temporada pasada. Pero resulta muy complicado de entender que un conjunto tan bien organizado en la primera mitad, se diluyera de forma tan estrepitosa tras el paso por el vestuario. Ese vestuario maldito. Los granotas cayeron goleados y con la sensación de que el Betis fue inmensamente superior. Lo mejor a lo que se pueden acoger los granotas es al famoso dicho de Boskov, que es mejor perder un partido por cuatro goles que cuatro partidos por un gol. Un accidente para olvidar del que debe recuperarse el equipo ya el próximo sábado con una victoria ante el colista Alavés.

Real Betis

Adán; Barragán (Rafa Navarro, m.60), Mandi, Jordi Amat, Durmisi; Javi García; Fabián, Guardado; Joaquín (Tello, m.69), Sergio León (Nahuel, m.76); y Sanabria.

4

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Levante UD

Raúl Fernández; Pedro López, Postigo, Chema, Toño; Rober Pier, Campaña (Doukouré, m.67), Bardhi (Nano Mesa, m.57), Morales; Ivi (Samuel, m.57) y Álex Alegría.

Y eso que el Levante fue el primero en enseñar los dientes con una gran jugada personal de Morales por la derecha, al que Amat sólo pudo pararle con una falta en la frontal. Aunque esta vez Bardhi la estrelló en la barrera. Fue una muestra de que el equipo iba a ponerle difícil el encuentro al Betis, pero solamente en la primera mitad. Sin embargo, a los granotas les faltaba velocidad y acierto en el último pase para dar de verdad sensación de poder marcar en algún momento. Los de Muñiz cedieron el balón a su rival pero controlaban perfectamente el juego del Betis, que no era capaz de acercarse al área. Sergio León fue el único capaz de inquietar a Raúl, con dos disparos cerca del poste.

Ninguno de los dos equipos conseguía imponerse. El Betis caía en la tela de araña azulgrana, no encontraba ni un centímetro libre por el que superar la buena colocación azulgrana, pero el Levante tampoco lograba enlazar tres pases seguidos cuando recuperaba el balón. Campaña estaba especialmente fallón en la entrega y tampoco Bardhi aparecía para marcar diferencias. Igual que Ivi, que no hacía daño por la izquierda y se echaban en falta las galopadas de Morales. Ofensivamente los de Muñiz estaban apagados y el partido en general carecía de fluidez en los dos lados.

El orden y la perfecta organización granotas en defensa creaban una densidad sobre el césped en la que se perdía el Betis. Pero la falta de ideas y de atrevimiento en ataque eran evidentes y tampoco aportaban nada nuevo en el área de Adán. Alegría se peleaba con los centrales pero no lograba desmarcarse y tener opciones de gol. Además, su único remate en la primera parte lo cabeceó por encima del larguero. Es un delantero trabajador aunque realmente romo de cara a puerta. Pero Muñiz lo considera ahora mismo más válido para el juego del equipo que Nano y Boateng.

Y después de una primera parte perfectamente controlada, el paso por el vestuario sentó fatal al Levante. En la primera jugada de la reanudación, Sergio León ganó en la carrera a Toño y colocó un gran centro para Sanabria, que también superó en el salto a Postigo para rematar y adelantar al Betis. Los de Setién, tras una buena acción colectiva fiel a su estilo, habían encontrado una rendija en el muro granota. Y a partir de ahí lo derribaron con facilidad.

El conjunto sevillano vio debilidad en la zaga azulgrana y se lanzó a por el segundo. Lo encontró pronto en un arranque de furia de Fabián, que avanzó con el balón sin que nadie saliera a su paso, especialmente Róber Pier, descolocado en la jugada, y aprovechó la incertidumbre para anotar el segundo de disparo cruzado. Un duro golpe que castigaba diez minutos de pájara levantinista al inicio de la segunda parte.

En dos errores colectivos por falta de contundencia defensiva, toda la estrategia de Muñiz se había venido abajo. Había saltado por los aires en un visto y no visto. Había que buscar el milagro con media hora por delante para evitar la primera derrota del curso. Pero iba a ser imposible, el equipo estaba en la lona. Lo intentó el técnico con la entrada de Nano, que debutó, y de Samu García en lugar de los desaparecidos Ivi y Bardhi, y poco después con la de Doukouré por Campaña. Las piezas clave del equipo se habían diluido por completo.

Pero en lugar de una reacción, con lo que se topó el entrenador asturiano fue con el 3-0. Erraron los únicos que quedaban por fallar en la defensa. Durmisi superó a Samu y Pedro López y puso un gran centro para Sergio León, más atento que Chema para rematar a placer. El Levante era un juguete. Ni rastro de la solidez de la primera parte. El Betis le estaba pasando por encima en todos los aspectos y el equipo bajó los brazos.

Así, tampoco mejoró en nada el equipo granota con los cambios. No había manera. Nadie aportó soluciones y el Betis jugaba a placer, contra un rival hundido, irreconocible. Incluso en el tiempo añadido Sanabria marcó el cuarto en un nuevo desajuste defensivo. Festival bético y debacle inesperada granota. Seguro que alguien pudo encontrar al final, en ese rincón del vestuario, el arma secreta granota perdida y la metió en el avión de regreso, con la que afrontar el resto de la temporada. Quizá todo fue un problema de vértigo europeo.

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