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Virgilio Urrea, que perdió casi todas sus bufandas, chandals y camisetas del Levante durante el día 29 de octubre posa con las pertenencias que le han regalado sus familiares y amigos tras la dana. Iván Arlandis

Un nuevo recuerdo tras perderlos todos

Día decisivo La dana arrebató a Virgilio Urrea su pase del Levante, bufandas y ropa. Hoy sueña con que el equipo vuelva a ilusionarle

Marcos Sánchez

Valencia

Domingo, 25 de mayo 2025, 00:54

En apenas cinco días se cumplirán siete meses de la dana que arrasó, destruyó y puso patas arriba la rutina de todos los habitantes de los hasta 75 municipios afectados en la Comunitat Valenciana. Con este desastre natural no solo se esfumaron los sueños de muchos pequeños negocios, se perdieron vidas por la inacción política o se pulverizaron recuerdos y hogares, sino que las consecuencias siguen estando presentes después de tantos días.

Paiporta fue uno de los pueblos más golpeados por la dana, tanto emocional como materialmente. Ver cómo los vecinos vaciaban sus casas llenas de recuerdos, de sus pertenencias, de cosas con las que mantenían un vínculo profundo, era para ellos como si se les arrancase un trozo del alma, un trozo de su ser. Aquello se convirtió en una cotidianeidad durante las primeras semanas de noviembre. En la Calle Cardenal Benlloch, número 13, Virgilio Urrea, paiportino y aficionado del Levante, vivió en carne propia esta sensación, porque vio cómo, en cuestión de segundos, lo perdió absolutamente todo.

«Nuestra puerta era de aluminio, por lo que tuvimos esa suerte y el agua no entró de golpe. Pudimos coger algunas cosas como el pase del Levante, las escrituras y el traje de mi hija, que es fallera, e intentar ponerlo lo más alto posible. Cuando vi por la ventana que la altura del agua me sobrepasaba, me asusté. Nos fuimos al patio, la puerta reventó como si fuese una bomba y conseguimos subir por la escalera de caracol cuando el agua nos llegaba por el cuello», afirma Virgilio.

Una vez amainó la peor parte de aquella noche trágica, en la que tanto Virgilio como su mujer se refugiaron en casa de una vecina y comprobaron que sus más cercanos estaban a salvo, tuvieron que enfrentarse a la cruda realidad: su casa era ahora una montaña de barro, suciedad, muebles destrozados y recuerdos hechos añicos. De entre todos esos bienes, y como levantinista de corazón, Virgilio destacaba una bufanda que, a simple vista, puede no significar nada, pero cuando él recuerda que se la tejió personalmente su abuela se puede notar el dolor en sus palabras.

«Tenía camisetas del Levante, algún chándal y bufandas de mi equipo. A lo que más cariño tenía era a una bufanda que me cosió mi abuela. Esa pertenencia me dolió perderla. Se me partió el alma, tuve que tirar casi todo porque estaba con barro», relataba el aficionado.

No ha podido recuperar parte del material deportivo que perdió tras la dana, porque prácticamente todo quedó inservible. Sin embargo, si algo destaca entre los granotas es su carácter solidario y su capacidad para apoyarse en los peores momentos. Casualidades de la vida, hoy Virgilio tiene más material del Levante que nunca, y así lo exhibe en su «santuario», gracias a la ayuda de amigos y familia.

«Un día vino una voluntaria preguntando por mí y habló con mi mujer. Ella estaba relacionada con el tema del material deportivo y me pudo conseguir muchas camisetas y bufandas. Estoy muy agradecido, ahora tengo más que antes», menciona entre risas.

La afición por el Levante no le viene de ahora, sino que es algo tradicional de familia, ya que para ello hay que remontarse a la época de Cruyff, porque justamente uno de sus tíos fue quien le hizo conocer qué es el sentimiento granota, pero no fue hasta 2016 donde Virgilio decidió ir más allá.

«Llevo abonado al Levante desde 2016. Estaba en un cumpleaños y le dije a mi familia que quería ser socio, entre todos ellos me regalaron el pase y lo tengo desde entonces. Lo que pasa es que realmente yo he sido granota mucho antes, porque en la época de Cruyff yo ya iba con un tío mío y me aficioné mucho», relata el aficionado.

Además, tras perder su coche y todos los medios de transporte público que usaba para desplazarse al Ciutat de València, Virgilio estuvo un tiempo sin poder seguir presencialmente a su equipo. Entre el trabajo y esta situación, solo pudo asistir a tres partidos, aunque asegura que nunca ha dejado de seguirlos.

«Mi trabajo es ser vigilante de seguridad, entonces muchos partidos no me han cuadrado por los turnos. Intentaba que algún compañero me lo cambiara para poder ir a ver al Levante. Pero me las he arreglado para verlo por la televisión o escucharlo por la radio. Gracias a las lanzaderas que puso el club, he podido ir hasta tres veces», contaba.

No fue hasta diciembre donde Virgilio pudo regresar al Ciutat de València a ver al Levante, porque para él lo primero era lo primero, y era no dejar a su gente atrás o con el desastre que seguía y había en su casa un mes después. Aunque para él, el fútbol supusiese una vía de escape, tras semanas donde coger una pala y quitar barro ya formaba parte de su nueva rutina.

«Volver al Ciutat de València un mes después fue muy emocionante. Me llamaron desde el club diciéndome que, cuando pudiera, les avisara porque me querían dar una pequeña sorpresa. Pero yo pensé: no puedo irme al fútbol y dejar a los voluntarios o a mi familia limpiando. Mi mujer, la pobre, iba a destajo buscando albañiles, gente para las ventanas y persianas... No me podía ir, aunque fuese una forma de liberarme», explica.

Tras seis meses de sufrimiento, angustia y también una situación familiar complicada en diciembre, por fin pueden decir que su hogar vuelve a tomar forma. Lo celebraron hace menos de una semana con una reinauguración, casi coincidiendo paradójicamente con que el Levante se esté jugando el ascenso a Primera División y el partido clave ante el Burgos se celebre hoy. Virgilio confesaba que no será uno de los afortunados que puedan viajar para apoyar al equipo en este decisivo encuentro, porque el trabajo se lo impide. Pero, si no fuera por eso, estaría allí sin dudarlo.

«Somos padecedores, somos del Levante. El partido de Burgos me pilla trabajando. Salgo pronto por la mañana, pero son muchas horas de coche para ir hasta allí. Me hubiera gustado ir, pero es muy complicado saliendo a la hora que salgo», concluía el aficionado granota.

Padecedores y sufridores, porque en Orriols están a nada de volver a la gloria, pero su afición ha vivido estos años atrás muchas penurias y disgustos, casi como le ha pasado a Virgilio estos últimos meses, que para él habrán sido uno de los peores momentos de su vida. Por eso, para no perder el rumbo, para no perder el norte siempre viene bien que en nuestras horas más bajas aparezca una figura paternalista que te diga que todo va a salir bien, en el Levante ha sido Calero este año, para Virgilio ha sido su familia.

«Mi familia ha sido la que me ha ayudado a seguir hacía adelante. Me pasó lo de la dana en noviembre y en diciembre tuve otra situación personal complicada, sino hubiese sido por ellos me habría hundido. Calero ha sido como el padre de cada uno en el Levante, es como cuando te coge el tuyo y te dice que si haces esto, todo va a salir bien y lo haces y así ocurre», sentenciaba el aficionado granota.

Entre los aficionados siempre también hay ese tipo de perfil de seguidor que le gusta lo épico, lo macabro, estar en las situaciones más complicadas porque aquello que se consigue de una manera más agónica o sufrida sabe mejor. Virgilio no es de esos y preguntado por si prefiere ascender en Burgos o reservarse esa última bala para el Ciutat de Valencia es claro porque en su memoria también está en la mente el fatídico día del Alavés.

«Te puedo contar que ya he vivido un ascenso y fue muy emocionante. Fue bonito saltar al campo, es más me dieron un trozo de la red que habían cortado. También te puedo decir como anécdota que estaba metido entre la gente, me di la vuelta y me abracé a Campaña. Estuve cuando ocurrió lo del Alavés y lo pasé muy mal. Entonces si vienes con los derechos hechos es mejor, no hay que dejarlo para el final porque nunca sabes lo que puede pasar», relata Virgilio Urrea.

Para bien o para mal este año será un año que tanto Virgilio como el Levante, tanto por el posible ascenso como por la dana.

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