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J. M.
Lunes, 30 de octubre 2017, 00:56
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Muñiz, además de buen entrenador, está demostrando una tremenda fidelidad a sus ideales. El técnico, al que no le ha importado retirar del campo a un futbolista a los pocos minutos de que saliera al césped, tiene una fe ciega en su guardia pretoriana. Tras el eficiente partido que disputó el Levante el jueves en Girona, donde actuó la 'segunda unidad', cabía la posibilidad de que alguno de ellos se colara esta vez entre los planes preferentes del entrenador. Pero no. Algunos, como el central Cabaco, ni tan siquiera entraron en la convocatoria, algo que sí hicieron Boateng y Doukouré, por ejemplo.
Pero el primero salió para aportar en la última media hora de encuentro, mientras que Doukouré lo hizo a falta tan sólo de dos minutos y casi de manera testimonial.
Es evidente que Muñiz confía en un grupo y mientras los resultados se estén dando más o menos a favor, nadie podrá poner en duda la teoría del técnico. Pero también el Levante tiene que darse cuenta, en previsión de lo que pudiera pasar en un futuro a medio-largo plazo, que contra los rivales que teóricamente pueden considerarse directos no hay forma de ganar. Ni ayer al Eibar, pero tampoco a adversarios como Getafe, Alavés y Deportivo, por ejemplo.
Y eso hay que tenerlo de alguna forma en cuenta. Este domingo no fue suficiente con el granito de arena que, una vez más, aportó Morales. Con ese 0-1 que hizo de un contundente zapatazo, el madrileño se convierte en el cuarto goleador en solitario de la historia del Levante en Primera con 14 dianas, que no está ya nada mal.
«Todo el esfuerzo se ha escapado en la segunda parte, no podemos permitirnos dejarnos remontar un 0-2 como el que teníamos. Hay que procurar no volver a cometer estos errores porque de haber ganado hubiéramos dado paso importante», confesaba precisamente Morales tras el encuentro.
«En este campo y con este equipo no te puedes relajar. Hemos sufrido y al final hemos conseguido un punto que nos sabe a poco. Pienso que por trabajo podríamos haber sumado algo más, pero siempre es bueno sumar al menos un empate contra un rival directo, sobre todo porque impides que ellos sumen los tres en juego», añadía el extremo levantinista, que confesaba las sensaciones que tuvo al visitar de nuevo Eibar. «Es un campo especial para mí, fue mi primer año como profesional y logramos un ascenso histórico. Me ha dado mucho».
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