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Alavés-Levante. EFE
El descenso alcanza al Levante

El descenso alcanza al Levante

El equipo, igualado con Las Palmas tras perder en el último minuto

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Jueves, 1 de marzo 2018

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Mendizorroza acoge esta noche al frío y el partido correspondiente a la jornada 26 que enfrenta al Alavés y al Levante UD a las 21:30 horas.

La necesidad se respira en el vestuario granota. Juan Ramón López Muñiz vuelve a su sistema habitual con Pedro López y Cabaco en la defensa. Regresan al once: Ivi, Lukic y Campaña y por segunda jornada consecutiva Pazzini se queda fuera.

Once del Levante: Oier, Chema, Lerma, Roger, Morales, Ivi, Cabaco, Pedro López, Lukic, Luna y Campaña.

Once del técnico del Alavés, Abelardo: Pacheco, Duarte, Laguardia, Ely, Martin, Manu García, Tomás Pina, Pedraza, Ibai, Munir y Guidetti.

Sigue el partido en directo en lasprovincias.es.

LA PREVIA

La tensión crece en el Levante. Lógico, teniendo en cuenta la dinámica del Levante, que encadena 13 jornadas sin conocer la victoria y que sólo se mantiene fuera de los puestos de descenso gracias a los continuos tropiezos de sus rivales directos. La presión resulta cada vez mayor y está pasando factura. Tanto es así que Juan Ramón López Muñiz necesita enderezar el rumbo del equipo esta misma semana para evitar su destitución. De ahí la trascendencia del encuentro de hoy frente al Alavés. Se trata de todo un match-ball para el asturiano, consciente de que una parte de los dirigentes granotas apuestan por un relevo en el banquillo.

Muñiz, en cualquier caso, se muestra con la conciencia tranquila. Y, sin perder su habitual moderación, lamenta algunas de las circunstancias relacionadas con la actual crisis deportiva. «En cuanto a la confianza que puedan generar desde el club, cada uno puede tener su opinión. Sé lo que hice y lo que hablé con ellos. Nunca doy esquinazo en las reuniones importantes con cargos importantes», explicó ayer refiriéndose a los directivos del Levante. En lugar de profundizar, el técnico optó por morderse la lengua: «Yo sé todo lo que hice y todas las situaciones que ocurrieron la lo largo de la temporada. Yo hice mi trabajo y voy a seguir haciéndolo. Estoy totalmente satisfecho con lo que hice desde que empezó la temporada y hasta que la termine porque por el medio ocurrieron cosas que no voy a contar pero que como profesional tenía que hacer», añadió el asturiano.

Muñiz evitó valorar el grado de respaldo que está recibiendo dentro del club: «La confianza la dan los resultados. Si sacas buenos resultados, eres el mejor y renovaciones las que quieras. Si sacas malos resultados, ya no eres el mejor y ya hablamos de que igual te marchas al siguiente partido que pierdas. Fútbol. Eso lo llevo todo en la mochila. Pero no me despista. Voy a seguir trabajando igual. Lo que nunca quiero es quitarme mis responsabilidades. Cuando salgamos al terreno de juego, la responsabilidad es del entrenador. Pero antes de todo eso, el entrenador hizo su trabajo. Cada uno, desde su departamento, dice y hace lo que cree oportuno».

El pasado lunes, tras la dolorosa derrota ante el Betis, la grada del Ciutat de València despidió al equipo con pitos y pañuelos y señaló a Muñiz. A pesar de todo, el entrenador se siente cualificado para revertir la situación: «¿Mi futuro? No es una cosa que me preocupe. Tengo plena confianza en lo que hago. Cuando empezaba la temporada, yo sabía que íbamos a tener problemas. Y en esos problemas estamos».

El gijonés, quien ayer apostó por realizar el entrenamiento a puerta cerrada por primera vez desde que aterrizó en el Levante, avisó: «Debemos intentar hacer el mejor juego posible. Y eso es lo que me preocupa. Y que cuando nos pongamos por detrás en el marcador, no sea una losa que no nos permita levantarnos. Una victoria lo despeja todo. Nos veríamos capaces de remontar».

Muñiz introducirá rotaciones, ya que el domingo tocará medirse al Espanyol. Dejó fuera de la convocatoria a Jason, Doukouré y Postigo por leves molestias físicas, mientras que excluyó a Toño y Fahad por decisión técnica. Pese a la intensa nevada caída ayer en Vitoria, Mendizorroza estará en condiciones de acoger el partido. El temporal que ahora debe remitir es el del Levante.

La vida en general y el fútbol en particular es como una baraja de naipes, de las miles que han fabricado en Vitoria desde el siglo XIX Heraclio Fournier y sus herederos. La capital alavesa acoge en su centro histórico un interesante museo sobre cómo ha evolucionado la elaboración de los juegos de cartas. Hay en la muestra algunas barajas realmente peculiares que dan para observarlas con detenimiento. Muñiz, en cambio, no estaba ayer en Mendizorroza para inventos ni faroles, como si jugase al póker o al mentiroso. El técnico, que ahora ya sí nota la soga ajustada al cuello, se dejó de probaturas, volvió a su sistema y recurrió a los suyos. Incluso a Campaña, al que parecía haber defenestrado. Fue algo más agresivo que de costumbre y quiso explotar la velocidad de Ivi y Morales y el trabajo de Roger. Pero al rato de comenzar la partida, el azar quiso que su planteamiento se desmoronase como un castillo de naipes para dejar al equipo igualado con Las Palmas, que ocupa puesto de descenso.

Primero fue con la tarjeta roja a Chema por un penalti absurdo por lo grotesco del error por el que vino precedido. Y luego, mucho después de que Manu fallase la pena máxima y tras una resistencia heroica durante una hora, el equipo cometió un nuevo fallo coral al defender la última acción a balón parado del Alavés. Laguardia emergió en el punto de penalti para batir de cabeza a Oier en una falta botada casi desde el círculo central. Sí, el Levante de Muñiz compitió pero volvió a realizar concesiones que se pagan muy caras cuando te has zambullido en el lodo. Porque ahí es exactamente donde está un proyecto que ayer perdió el pequeño margen de error que le quedaba. Las cartas quisieron sonreír a Las Palmas y plantear el encuentro ante el Espanyol de dentro de dos días como un examen final para Muñiz.

Con una racha como la que arrastra el Levante hay que dejarse de inventos y de riesgos innecesarios. Eso lo entendió el entrenador de salida y el equipo compitió. Sin grandes alardes, con errores como el de Lukic que pudo costar el gol de Guidetti. Pero el fallo que lo cambió todo fue el de Chema, quien había gozado de la mejor ocasión a la salida de un córner. El central quiso realizar un despeje de primeras ante la presión del sueco del Alavés y le salió defectuoso. Tanto que permitió a Pedraza internarse en el área, al que tumbó a la desesperada el defensor granota. Queda la duda de si Fernández Borbalán se excedió con la roja, pero la infracción pareció clara.

Manu concedió una bola extra al Levante, y quién sabe si a Muñiz, al fallar la pena máxima. Disparó fuerte y raso, a la izquierda de Oier, tan ajustado que no encontró portería. A partir de ese instante, al técnico asturiano se le planteaba la tarea de volver a barajar sus cartas y con la presión añadida de tener sobre el tapete un equipo noqueado. Al estado de ansiedad que genera los 13 partidos sin ganar había que añadirle el duro golpe que supone quedarse con diez a la media hora. Los granotas lo acusaron hasta el descanso.

Muñiz se limitó a realizar una primera sutura de emergencia hasta el intermedio. Prescindió, otra vez, de Campaña, para dar entrada a Rober Pier y recomponer de este modo la línea de cuatro. Empezaba otra batalla que, más bien, iba a ser un sitio del Alavés.

Para fortalecer esa resistencia, Muñiz recurrió a Boateng. El africano no ha destacado por su inspiración de cara al marco rival, por mucho que viese portería ante el Real Madrid. No se le puede reprochar, sin embargo, una falta de implicación. Se desgasta al máximo y ayer tocaba defender todos. Los diez, del primero al último.

El Alavés empujó de inicio. El conjunto vitoriano había afrontado el encuentro como la ocasión para sellar su salvoconducto definitivo hacia la permanencia. Al verse con uno más y sabedor de que tenía ante sí un rival herido, se lanzó a por su presa.

Deportivo Alavés

Pacheco; Martin, Laguardia, Ely, Rubén Duarte; Ibai, Manu, Tomás Pina, Pedraza (Burgui, min.77); Munir y Guidetti (Sobrino, min.70)

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Levante UD

Oier; Pedro López, Cabaco, Chema, Luna; Campaña (Rober Pier, min.34), Lerma, Lukic; Morales, Roger (Boateng, min.46) e Ivi

  • GOLES: 1-0 min. 89: Laguardia

  • ÁRBITRO: Fernández Borbalán (Comité Andaluz)

  • INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la 26ª jornada de LaLiga Santander disputado en Mendizorroza ante 16.812 espectadores, según datos oficiales. Antes del inicio del encuentro se guardó un minuto de silencio en homenaje a Enrique Castro, Quini, fallecido esta semana

El Levante lo fió todo a pescar la contra perfecta. A llevarse el partido en la última baza. Y la verdad es que tuvo su ocasión más pronto que tarde. Fue en una acción entre los dos hombres con más velocidad que le quedaban a los granotas: Ivi y Morales. El primero se internó en el área por banda derecha e hizo el pase de la muerte para que el madrileño ejecutase. El balón rebotó en un defensa blanquiazul.

Una lástima porque no daba la sensación de que el equipo fuese a tener demasiadas. Pero tampoco concedía ya muchas ocasiones al rival. Y Abelardo se dio cuenta de ello, por lo que movió ficha. Quitó a Guidetti, el delantero que tanto pidió el levantinismo ante la ansiedad de la falta de fichajes en enero, pero que ayer completó un partido más bien discreto en Mendizorroza. Puso en liza a Sobrino. Más madera. Un futbolista rápido con el que el técnico local aspiraba a desarbolar el entramado defensivo tejido por su colega granota.

Y de nuevo la mejor ocasión fue para el Levante, en una falta que lanzó desde muy lejos Ivi y se estrelló en la base del poste de la portería defendida por Pacheco. Pero para entonces el partido ya había enloquecido. La segunda amarilla a Munir pareció servir una decisiva bocanada de aire fresco a los granotas.

Igualados a diez a falta de poco menos de un cuarto de hora, Muñiz se guardó el último cambio para consumir tiempo en el añadido. Quizás a posteriori pueda reprochársele que no apostase por dar frescura al equipo, que ya daba síntomas de estar tieso. Y con Coke esperando en la banda para entrar y restar unos segundos al reloj, llegó el cruel cabezazo de Laguardia. Cruel por cómo llegó y porque es otro puñetazo a la moral de un equipo que debe corregir muchísimas cosas, ahora sí, ya sin margen de error.

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