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Juncker y May abandonan la sala donde ofrecieron la rueda de prensa en la que se anunció el acuerdo. Yves Herman / REUTERS
Londres cede y el divorcio será amistoso

Londres cede y el divorcio será amistoso

May acepta pagar una factura de cerca de 45.000 millones y respetar los derechos sociales de los europeos | El acuerdo alcanzado de madrugada, y que evita la frontera dura en Irlanda, abre ahora la negociación sobre el futuro a partir del 29 de marzo de 2019, cuando llegue el 'Brexit'

ADOLFO LORENTE

Bruselas

Sábado, 9 de diciembre 2017, 01:17

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Que el de ayer no es un acuerdo más lo evidencian un par de cosas. Quizá más, pero sobre todo dos. La primera, la liturgia de recurrir a la épica de las mágicas madrugadas bruselenses. Y la segunda, que el 'Financial Times' abriese a todo trapo su edición digital calificando de «histórico» el complejo pacto alcanzado. Pese a todo y casi todos, por fin pudo proclamarse aquello de habemus acuerdo de divorcio entre la UE y Reino Unido sobre el 'Brexit', que se consumará el 29 de marzo de 2019.

En Bruselas, las fumatas blancas se divisan a través de Twitter y ayer el encargado de encender el fuego fue el jefe de Gabinete del presidente de la Comisión, Martin Selmayr. La buena nueva se anunció a las 7.06 horas. Sin texto, bastó una foto mostrando la chimenea del Vaticano cantando victoria. Fumata blanca. Cedió Reino Unido, ganaron los 27. Derechos de los ciudadanos, factura, frontera blanda de Irlanda... En Bruselas, David jamás vence Goliat.

534 días después del referéndum y 249 días después de que Reino Unido notificase la activación del Artículo 50 del Tratado para salir del club, ayer, a las 7.40 horas del 8 de diciembre de 2017, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y la primera ministra británica, Theresa May, comparecieron ante los medios para anunciar que se divorcian de manera civilizada, que se han querido demasiado para romper de mala manera y que han comprobado que la convivencia era imposible, pero que han decidido seguir siendo amigos.

LA CLAVE«Hemos perdido demasiado tiempo en la parte más fácil del pacto; ahora queda lo difícil»

El acuerdo se plasmó en 96 artículos recogidos en 16 folios. El apunte a pie de página llevaba el sello del presidente del Consejo, Donald Tusk. Ojo con la euforia. «Todos sabemos que romper es duro, pero romper y construir una nueva relación es mucho más duro. Hemos perdido demasiado tiempo en la parte más fácil de la negociación y ahora queda lo más difícil», zanjó con semblante serio. Era la pose que tocaba... Estaba feliz.

Visto bueno

Juncker y May desayunaron juntos a las 7 de la mañana. Café, zumo y quizá champán, por qué no. «La Comisión informará al Consejo de que se han alcanzando los progresos suficientes para comenzar la segunda fase», anunció el luxemburgués. «Progresos suficientes» eran las palabras mágicas capaces de abrir la puerta del 'Brexit'. Hasta que la Comisión no las pronunciase, el Consejo, los países, no moverían un dedo. Al final, bendecirán el acuerdo en la cumbre del viernes de la semana que viene.

May, sabedora de que la economía británica podía venirse abajo en cualquier momento y de que su situación interna es cada día más delicada, necesitaba aferrarse a algo y empezar a hablar ya del futuro para ofrecer «certidumbre» a las empresas. No le quedaba otra que ceder y cedió.

No lo reconoció, obviamente, y el propio Juncker le echó una mano alabando su responsabilidad y sus dotes como negociadora. «Las empresas podrán tomar decisiones de inversión basadas en un periodo transitorio que ofrece una positiva seguridad jurídica», ensalzó provocando la euforia de la libra y de los mercados.

Los tres grandes asuntos

Por partes. Había tres grandes asuntos que acordar para poder cerrar con éxito la fase del divorcio. El de la factura siempre ha sido el más polémico y problemático. Londres comenzó diciendo incluso que era la UE la que debería pagarles a ellos y al final, después de ofrecer 20.000 millones, abonará una cifra próxima a 45.000, susceptible de incrementarse en función del futuro periodo de transición, explicaron fuentes comunitarias.

Respecto a la garantía de los derechos adquiridos por los 3,3 millones de europeos residentes en Gran Bretaña, los 27 han logrado gran parte de lo exigido, sobre todo la vigencia del Tribunal de Justicia de la UE como garante último. La fecha de corte será el 29 de marzo de 2019 y no el 23 de junio de 2016, cuando se celebró el referéndum. Además, también se reconoce el derecho a la reunificación familiar para cónyugues, hijos, padres, abuelos o futuros bebés.

El tercer gran asunto era la frontera entre las dos Irlandas y el temor a poner en peligro los acuerdos del Viernes Santo que acabaron con una reguero de sangre y muerte. Al final, como exigía Dublín con el apoyo de los 27, no habrá una frontera física e Irlanda del Norte se aclimatará a las reglamentaciones comunitarias para no romper la isla en dos. En realidad, lo que han hecho es dar una patada adelante dejando la puerta abierta a encontrar otra solución antes de 2019.

Cerrado el divorcio, toca hablar del futuro. El tiempo apremia, como advirtió el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, ya que todo debe quedar atado en octubre de 2018 para los trámites legislativos en la Eurocámara. Aunque el 'Brexit' será una realidad el 29 de marzo de 2019, Theresa May pedirá un periodo de transición de dos años para sobrellevar el shock.

Tusk, ayer, recogió su guante pero advirtió de que en esta nueva negociación, la UE tampoco cederá. Si quieren transición, si quieren acceso al mercado interior, deberán acatar toda la legislación de la UE. Como hacen ahora, pero sin poder influir desde dentro porque ya no se sentarán en el club. Un palo. Otro más.

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