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Los balleneros japoneses vuelven a cazar cetáceos con fines comerciales

Los navíos nipones, a pesar de las críticas internacionales, podrán capturar 227 ejemplares en sus aguas territoriales hasta final de año

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Lunes, 1 de julio 2019, 11:37

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Tres barcos fueron los encargados de romper con casi cuatro décadas de moratoria en la caza de ballenas con fines comerciales. Los dos navíos y un buque-factoría japoneses partieron de Shimonoseki -al sur del archipiélago- después de una pequeña ceremonia con la que las autoridades locales y los vecinos les deseaban buena suerte en esta nueva y controvertida aventura. Unas horas más tarde, otros cinco navíos dejaban el puerto de Kushiro -al norte del país- para volver a cazar ballenas. De esta manera, Japón cumplía su promesa de volver a capturar grandes cetáceos de forma libre y por intereses comerciales -hasta ahora solo lo hacía con fines científicos- tras abandonar la Comisión Ballenera Internacional (CBI) hace seis meses.

Una decisión que le ha granjeado las críticas de la comunidad internacional y de las organizaciones ecologistas. «Innecesario, inadmisible que en el siglo XXI Japón haya reabierto la caza comercial de ballenas, 33 años después de la prohibición mundial y evadiendo las normas internacionales que protegen estos colosos del mar, a pesar de la presión social», señalaba WWF. «Japón desafía el derecho internacional para perseguir sus ambiciones comerciales de caza de ballenas», comentó Kitty Block, presidenta Humane Society International.

El reinicio de esta polémica caza tuvo fortuna para los pescadores. Al menos dos de los balleneros que partieron del norte de Japón volvieron a puerto con sendas piezas, dos ballenas Minke. «Este lunes (por ayer) es el día más hermoso. Pudimos atrapar una ballena grande. Va a estar deliciosa. Valió la pena esperar 31 años», celebró Yoshifumi Kai, presidente de una asociación de pescadores de cetáceos, observando al ejemplar de 8,3 metros de largo. «Es una industria pequeña (apenas 250 pescadores, sin contar a las empresas transformadoras), pero estoy orgulloso de cazar ballenas. La práctica existe desde hace más de 400 años en mi ciudad», explicó emocionado por hacerse de nuevo a la mar.

La «tradición y la historia» son los argumentos esgrimidos por las autoridades de Tokio para romper el acuerdo de la CBI y volver a pescar grandes cetáceos. Parte de la población del país asiático, sobre todo la que se crió en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, recuerda que la carne de ballena era uno de sus alimentos básicos debido a su alto contenido proteínico. Se convirtió en un referente cultural y moral, de orgullo nacional, más que económico en muchas poblaciones. El consumo de carne de ballena apenas supuso el 0,1% de la carne ingerida en el país en 2016.

«Criterios científicos»

Las autoridades niponas aseguraron que esta pesca se realizará bajo «criterios científicos» y teniendo en cuenta un «uso sostenible» de los recursos marinos y sin perjudicar «a otras especies». En este sentido, pusieron el límite del número de capturas anuales en 227 ejemplares: 52 ballenas de la especie Minke, 150 de rorcual Bryde y 25 de rorcual común. El Ejecutivo japonés argumentó que se van a pescar menos ejemplares que en años anteriores, cuando se hacía con la excusa de la investigación desde 1987, y que esas capturas solo representan el 1% de cada especie. Además, y para evitar conflictos con otros países, todas las capturas se realizaran en las aguas territoriales o de influencia económica nipona.

Con esta decisión Japón se convierte en el cuarto país que permite la caza de ballenas. Islandia se retiró del CBI en 1992, aunque regresó una década después con una 'reserva' a la moratoria de caza de ballenas, lo que en la práctica le permite seguir cazando. Noruega cumplió con la prohibición hasta 1993, aunque en los últimos años el interés por este tipo de alimento ha descendido entre la población. En 2015 se cazaron 600 de estos mamíferos marinos y en 2017, 432. El límite de las autoridades del país escandinavo es de 999.

En las Islas Feroe, archipiélago autónomo de soberanía danesa, se matan unas 800 ballenas al año, en una 'fiesta' como parte de sus tradiciones. También es habitual la captura de ballenas en Groenlandia -territorio también bajo Gobierno danés-, Rusia, Estados Unidos y San Vicente y las Granadinas. Estos casos se acogen a la categoría de caza de subsistencia aborigen.

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