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MARINA COSTA
Miércoles, 1 de febrero 2017, 20:33
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Pepe se prepara para un nuevo servicio en el cementerio de Moncada. Desde hace 13 años, su profesión de enterrador le ha dado más alegrías que sinsabores pese a que la tristeza siempre es la invitada que nunca falta en este tipo de trances. Su necesaria labor siempre ha discurrido discreta, entre mármoles y flores, pero desde el martes la decisión de la brigada de obras y la suya propia de no realizar más horas extra fuera del horario del cementerio, le ha dado un protagonismo inusitado. Este parón en servicios extraordinarios, hasta que Ayuntamiento y sindicatos lleguen a un acuerdo para abonar las horas extra acumuladas desde hace un año, obligó ya el lunes a trasladar un sepelio programado para esa misma tarde a ayer martes y tener que notificar los cambios a la familia afectada que, por cierto, entendió muy bien las demandas de los trabajadores.
Si el conflicto persiste, algunos velatorios tendrían que alargarse durante buena parte del fin de semana y el lunes, cuando el cementerio cierra sus puertas por descanso del personal. «Yo entiendo a las familias que se puedan ver afectadas por esta situación pero quiero cobrar por mi trabajo. Estoy muy orgulloso de lo que hago y no he dejado de hacer ninguna de mis funciones. Es más, las hago con mucho gusto. Estoy contento con la faena que tengo, me aporta muchísimas cosas buenas. Aquí hay que tener de todo un poco, psicología, sentido común, empatía con la gente. Es una labor que no se estudia pero la experiencia es fundamental», cuenta Pepe, que siempre tiene palabras de ánimo para los familiares, incluso cuando el tiempo ha ido difuminando el dolor.
Él y un compañero cubren los sepelios y preparan los nichos. Así, por ejemplo, en la mayor parte de los casos, antes de un entierro deben realizar «reducciones», como ellos las llaman. «Esto pasa en el 90% de las situaciones. Hay que extraer los restos que hay dentro para disponer de espacio suficiente. Normalmente estas tareas nunca las hacíamos en horario de apertura. No nos parece adecuado. Se realizan a medio día o a primera hora de la mañana, siempre con las puertas ya cerradas al público».
Este tipo de tareas son también horas extra, al igual que «abrir un lunes si había un servicio o un sábado tarde». El problema es que el número de trabajos extraordinarios acumulados es cada vez mayor. De ahí que la Policía Local y la brigada de obras, respaldada por los sindicatos UGT, SPPLB, CSI.F, STA-IV y SIPOL-CV, hayan decidido no hacer más horas extra hasta que se resuelva su petición. «Al retirarnos la cantidad fija mensual, por la bolsa de horas, el salario queda muy justo y, la verdad, a mi lo que me hace falta es cobrarlas, como a todo el mundo». El endeudado Ayuntamiento de Moncada está buscando en estos momentos una solución con Intervención para «regularizar» la situación de todos los colectivos afectados por las horas extra para que el municipio no quede «desatendido» según explicó la alcaldesa Amparo Orts esta semana.
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