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Maternidad. «Tengo muy claro que no quiero tener más hijos», confiesa Eugenia Osborne. R. C.
«¿Mi padre de jefe? No, gracias»

«¿Mi padre de jefe? No, gracias»

Eugenia Osborne, la hija mediana de Bertín, confirma el fuerte carácter de su padre pero aclara: «Es cero machista»

ARANTZA FURUNDARENA

Sábado, 19 de mayo 2018, 00:30

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Con el tiempo, Eugenia Ortiz ha ido dando paso a Eugenia Osborne, y la psicóloga especializada en pacientes de oncología ha quedado eclipsada por la bloguera y 'youtuber' experta en moda, una tarea mucho más rutilante y quizás también más rentable. 'If you keep the secret' ('Si me guardas el secreto') se denomina su blog. No es un secreto que las hijas de Bertín tienen mucho estilo y hechuras de modelo. A Eugenia, la mediana, la ha fichado como imagen la firma Scalpers,marca de ropa fundada por Rafael Medina, el hijo de Naty Abascal, a quien Eugenia conoce de toda la vida. «Es como si hubieran diseñado la ropa pensando en lo que a mí me gusta ponerme», comenta con la persuasión digna de una licenciada en Psicología.

Es la más tímida de las hermanas Osborne, según ha confesado ella misma, y la de belleza más 'picassiana'; o como ella dice, «la más Ortiz de las tres, porque me parezco mucho a las hermanas de mi padre». Y su padre es Norberto Ortiz Osborne, aunque como nombre artístico utilice el diminutivo Bertín y su segundo apellido.

Eugenia está casada con Juan Melgarejo, un inquieto gaditano que como emprendedor ha tocado todos los palos, del cerdo ibérico a la medicina deportiva y la hostelería, pasando por el mundo de la moda, donde también creó su propia marca de ropa. La pareja acaba de cumplir su séptimo aniversario de boda y Eugenia lo ha celebrado en su Instagram rescatando una foto del enlace acompañada por una declaración de amor eterno. «Hemos pasado nuestros momentos difíciles -reconoce-, pero ahora mismo tengo más claro que cuando me casé que Juanma (como ella le llama) es el amor de mi vida y quiero pasar el resto de mis días con él».

Los momentos difíciles a los que se refiere tienen que ver con el trabajo de Melgarejo, que le ha obligado a vivir parte del año en Italia, pero sobre todo con la pérdida de una hija. Eugenia, que a sus 32 años vive un momento especialmente dulce, sufrió la amargura de perder a Leticia al poco de nacer. Ya era madre de un niño, Juan, cuando tuvo un parto prematuro de mellizas. Una de ellas, Sandra, sobrevivió pese a haber venido al mundo con apenas 800 gramos de peso... «Y hoy es una niña muy lista, sana y feliz», comenta orgullosa su madre. Sandra lleva el nombre de su abuela materna, la vital y divertida Sandra Domecq, fallecida en 2004, a los 51 años, víctima de un cáncer. «Todavía recuerdo su risa», apunta Eugenia con nostalgia.

Si en aquellos momentos tan duros echó mano de todos sus recursos como psicóloga, hoy confiesa que se apoya mucho en su hermana Claudia. De las tres hijas que Bertín tuvo con Sandra Domecq, Claudia es la menor. Estudió Derecho y acaba de regresar de Nueva York con un máster como 'coach'. «Tiene un blog titulado 'El Universo de Clo' en el que da muy buenos consejos -elogia Eugenia-; yo le consulto muchas dudas sobre mi vida personal». Lo que sí tiene muy claro la hija mediana de Bertín es que no trabajaría con su padre en el programa de entrevistas donde sí le acompaña la mayor, Alejandra. «A mí no me ha pedido que colabore con él, ni quiero. Yo con mi padre, como padre muy bien, pero como jefe no, porque tiene mucho carácter. Ya como padre da un poco de miedo, así que como jefe... No, gracias», remata rotunda y entre risas. Y se permite sugerir que le gustaría ver a Bertín entrevistando a Felipe González. «Tiene una historia increíble que contar».

Infancia «perfecta»

También tiene clarísimo que no desea más hijos. El tercero, Tristán, nació hace poco más de un año. «A mí ya no me caen más sorpresas -zanja-. Esta ha sido la última. Y estamos mirando a ver cómo lo hacemos definitivo para que no vengan más niños... Estoy muy satisfecha con los tres que tengo, me dan mucha vida, pero también mucha guerra». Su infancia la recuerda Eugenia como «perfecta» y está convencida de que del recuerdo de aquel paraíso perdido saca ella «la personalidad y la fuerza para enfrentarme a la vida». La educación que recibió fue mucho menos estricta de la que algunos imaginan. «Mis primos le preguntaban siempre a mis padre cómo es que nos dejaba salir con minifalda o ir en tanga brasileño a la playa... Pero es que mi padre -afirma Eugenia rotunda- es cero machista. Él nos ha dado toda la libertad del mundo para que hiciéramos y deshiciéramos».

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