El mercadillo de Audrey Hepburn

Veinticuatro años después de su fallecimiento, su leyenda de mujer refinada y elegante continúa imbatible. Desde ayer, buena parte de su guardarropa obra en manos de un ramillete de mitómanos con dinero, que han proporcionado una segunda y suculenta herencia a los organizadores de la subasta organizada por la prestigiosa sala Christie's de Londres: Sean Hepburn Ferrer, el hijo que la intérprete belga tuvo con el actor Mel Ferrer, y Luca Dotti, el fruto de su relación con un psquiatra italiano, dos hermanos bien avenidos desde anteayer. Incapaces de llegar a un acuerdo para repartirse el patrimonio de su admirada madre, en 2015 acordaron ponerlo en manos de la justicia. Ahora, dos años después, no les importa posar para los medios -serios, eso sí- entre los maniquíes que lucen auténticas prendas-fetiche, como la gabardina Burberry que su progenitora se enfundó en 'Desayuno con diamantes' o el vestido de cóctel en satén negro que Givenchy le diseñó para una escena de 'Charada'. Mano a mano, han puesto patas arriba el desván de Audrey Hepburn (Bruselas, 1929-1993) y han montado un mercadillo que les ha llenado los bolsillos y a unos cuantos anónimos, el corazón.