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El médico que escribió la historia de la Virgen

El médico que escribió la historia de la Virgen

Rodrigo Pertegás Estudió Medicina, pero apenas ejerció la profesión; su pasión fue bucear en los archivos y escribir sobre la Valencia medieval

Domingo, 11 de mayo 2025, 00:08

Durante varios siglos, la Archicofradía de Nuestra Señora de los Desamparados acumuló en sus archivos legajos y documentos de todo tipo, desde privilegios reales a sencillas cuentas de gastos. Y tuvo que ser José Rodrigo Pertegás, un médico convertido por vocación en historiador, el llamado a poner orden, sentido académico e incluso amenidad de relato en ese grandioso bagaje documental.

Verdadero 'ratón de biblioteca', este trabajador infatigable de los archivos se movió durante años entre montañas polvorientas de papel. Y además de docenas de trabajos de investigación sobre la Valencia medieval, sus costumbres, viviendas, calles y gentes, dio un luminoso enfoque a la labor de los cofrades de nuestra Patrona: con la Virgen como emblema, fueron las personas que se apiadaron de los locos, los inocentes y los que morían abandonados, sin amparo.

El 29 de marzo de 1923, apenas unas semanas antes de la Coronación de la Virgen de los Desamparados, este periódico celebró la aparición de un libro esperado por los especialistas: 'Historia de la Antigua y Real Cofradía de Nuestra Señora de los Inocentes Mártires y Desamparados, de la venerada imagen y de su capilla'. Era un título largo para una larga investigación, que sin duda llevó al autor años de inmersión en legajos depositados, o quizá abandonados, tanto en la Cofradía mariana como en el Hospital, situado, como se sabe, entre la calla de ese nombre y Guillem de Castro. Pero gracias a este trabajo, impreso en Vives Mora en un tomo de 537 páginas, se corrigieron datos y apreciaciones antiguas y se amplió o pudo aseverar con pruebas lo que los historiadores clásicos valencianos habían escrito sobre la Virgen hasta el momento.

«Es tan relevante su personalidad literaria que todo elogio nos parece poco», dijo el periódico sobre su autor, calificado como «trabajador incorregible e investigador infatigable». LAS PROVINCIAS, como siempre que habló de él, subrayó el talante desprendido de un investigador histórico que compartía datos y descubrimientos con otros colegas o con periodistas curiosos. De hecho, pasado el tiempo, es notorio que Rodrigo Pertegás es uno de los historiadores que con más generosidad escribió en el Almanaque de esta casa para difundir sus averiguaciones no entre colegas eruditos sino entre el público culto.

La historia de la Cofradía fue, en realidad, la gran aportación culta al conjunto de los actos religiosos. Bastará decir que en sus páginas se aclaran, con profusión de citas, testimonios y documentos, hechos que hasta la fecha habían quedado confusos, o poco documentados, como las rogativas contra la peste o favor de las lluvias, las relaciones de la Cofradía con el poder en la ciudad, la misión de los cofrades o la participación de la institución en la vida de la sociedad. El libro, además, añadió generosos datos sobre su tarea con los enfermos mentales y el hospital, y sobre esa abnegada conducta de dar sepultura a los condenados en la hoguera o sentenciados a la horca, así como la de atender al sepelio de quienes, anónimamente, morían bajo un puente o llegaban a la playa tras un temporal.

Por otra parte, el libro, encargo de la Cofradía a Rodrigo Pertegás, fue innovador en su presentación. Fue la primera vez que alguien (el maestro Sanchis) fotografió las pinturas de Palomino en la cúpula de la basílica; mientras, otro gran artista, el Barberá Masip que trabajaba para este periódico, aportó la primera fotografía de gran calidad de la imagen de la Virgen, tomada a propósito para el libro.

La Crónica de la Coronación, que se terminó de imprimir a toda prisa en Vives Mora el día de Nochebuena de 1923, fue otra exhaustiva obra (835 páginas) del historiador al que hoy dedicamos este recuerdo. Las mejores imágenes de aquellos solemnes días hay que buscarlas allí, junto con todos los datos imprescindibles. En vísperas de la Coronación, José Rodrigo Pertegás, que estaba entre los miembros de la junta organizadora de los actos a celebrar, recibió el encargo de hacer un relato todo el evento, desde su gestación al cierre.

José Rodrigo Pertegás nació en Valencia, en 1854, y estudio en la Escuelas Pías. A los 21 años lo encontramos licenciado en Medicina y con compañeros del calibre de Luis Simarro, Vicente Peset Cervera, Vicente Guillén Marco o Luis Comenge. Y preparado para ejercer como médico rural en Alcublas. Pero la muerte de su madre, su estado de salud delicado y una escasa afición a atender enfermos le hicieron regresar a la capital, donde pronto encontró acomodo en el área médica del Ayuntamiento.

Graves epidemias

La corporación municipal le premió por su tarea contra la epidemia de cólera de 1890; pero lo que poco a poco se impuso en la vocación y tarea de José fue la investigación histórica. Que primero se desplegó en el campo poco explorado de la Medicina antigua, como miembro del Instituto Médico Valenciano. Trabajó en una historia de la Medicina valenciana y exploró todas las graves epidemias que padecieron los valencianos; también inició un diccionario de médicos de la tierra, impulsado por Juan Bautista Peset.

Su modelo de trabajo, concienzudo, partió de la base que no era posible estudiar las epidemias de la ciudad sin conocer bien cómo era la ciudad y sus barrios, una tarea que le llevó a explorar a conciencia archivos de todo tipo, adentrándose en la llamada topografía urbana. Amigo de Roque Chabás, Serrano Morales, Sanchis Sivera y otros eruditos, su curiosidad se extendió a otros ámbitos y fue la vida de la Valencia medieval la que exploró. Con el resultado de docenas de trabajos, comunicaciones y discursos donde predomina la amenidad, el interés literario y una poco frecuente facilidad comunicadora de la historia.

Todas las sociedades de su tiempo disfrutaron de su presencia: Círculo de Bellas Artes, Centro de Cultura Valenciana, Sociedad de Agricultura, Lo Rat Penat... Fue correspondiente de la Real Academia de la Historia y, en enero de 1923, miembro de la Academia de Medicina de Valencia, con un discurso sobre las enfermedades supuestamente traídas de América donde desmontó no pocos mitos, trabajo al que respondió Vicente Peset.

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