Borrar
Urgente El precio de la luz sigue a la baja este Viernes Santo: las horas que costará menos de 1 euro
El Convento de San Vicente de la Roqueta espera décadas su puesta en valor. :: lp
La Valencia oculta

La Valencia oculta

La ciudad esconde verdaderas joyas del patrimonio histórico-artístico camufladas en las calles

ÓSCAR CALVÉ MASCARELL

Sábado, 11 de abril 2015, 23:31

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Se celebra la festividad de San Vicente Ferrer. Seis siglos atrás, el dominico explicaba a su entregado auditorio uno de los elementos de tortura empleados para el martirio del entonces ya santo patrón de la ciudad, San Vicente Mártir. Ferrer hablaba del 'aculeu', ecúleo o potro en castellano, un aparato de tormento «fet a manera de tisora, que fa examplar e estrènyer». A buen seguro el martirio del diácono perseguido en la Antigüedad Tardía era mucho más conocido en el siglo XV que en la actualidad. El calvario sufrido por el mártir estaba representado en un fascinante ciclo escultórico desarrollado en una puerta tardorrománica (de mediados del siglo XIII) ubicada en San Vicente de la Roqueta. En realidad, estaba representado y lo sigue estando. El problema radica en que las partes más notables de este conjunto llevan más de cuarenta años cerradas a cal y canto. No es de extrañar que muchos lectores no tengan idea de su existencia. No se trata de un caso único. Iglesias y conventos, palacios públicos y privados, hospitales. Son muchos los edificios emblemáticos de la ciudad ocultos tras sus fachadas que comparten una injusta y penosa circunstancia: no pueden visitarse. Algunos se han reconvertido en sedes institucionales o privadas, otros agonizan a la espera de soluciones burocráticas. Ni usted ni un servidor podemos conocerlos pese a que las instituciones hayan adquirido el compromiso de mostrarlos a la sociedad al declararlos Monumentos histórico-artísticos o Bienes de Interés Cultural. Se trata de la Valencia oculta, no menos fascinante que la ciudad difundida a través de los medios.

San Vicente de la Roqueta

La 'iglesia madre' de la ciudad durante siglos

Nada mejor que empezar por el principio, literalmente. El conjunto de San Vicente de la Roqueta (Calle San Vicente Mártir, 134-136) representa los inicios del cristianismo en Valencia. El 22 de enero del año 304 ó 305, no se sabe con certeza, moría en Valencia San Vicente Mártir. Su tumba, situada extramuros, derivó en la construcción de una basílica sepulcral. Esta fue la primera catedral de la ciudad durante casi todo el siglo IV. A ella regresaron los cristianos el largo período de dominación musulmana. Tras la reconquista en 1238, el sagrado lugar de San Vicente de la Roqueta disfrutó de grandes privilegios y fue puesto bajo la protección de la Santa Sede. No en vano la Iglesia de San Vicente era el recuerdo más vivo del pasado cristiano de la ciudad, y por eso se decidió custodiar allí el 'Penó de la conquesta' (el estandarte que izaron los musulmanes como rendición ante Jaime I), hoy en el Archivo Municipal de Valencia. En 1247 una bula del papa Inocencio IV privilegiaba la construcción de una iglesia abierta a la feligresía, un hospital y un monasterio. El ingreso a esa nueva iglesia se realizaba bajo una magnífica portada que incluía unos capiteles historiados narrando el martirio del santo. Esa portada sigue viva, escondida, a la espera de una reacción que se demora más de cuatro décadas. Se trata de una obra de enorme importancia cuyo lamentable estado de conservación es todavía reparable, además de necesario, si quiere preservarse uno de los célebres vestigios de la ciudad. Tras graves vicisitudes (remodelaciones, ocupación del ejército napoleónico a principios del siglo XIX, desamortizaciones y reconversión en convento) fue en 1973 cuando los últimos moradores del convento lo abandonan tras su venta a un particular, quien deseaba su demolición. El Ayuntamiento de Valencia denegó la licencia de derribo y comenzó los trámites para la declaración como Monumento Histórico Artístico Nacional, mérito conseguido en 1978. Ni por esas. El convento, en cuyo interior se halla la portada de la antigua iglesia del siglo XIII, permanece cerrado, en estado de ruina progresiva, al igual que los capiteles medievales, a la espera de ser liberados de las enojosas capas de pintura que esconden todo su esplendor. Proyectos no han faltado y las noticias actuales son esperanzadoras. El tiempo dirá si son promesas electoralistas o la culminación de una necesidad cultural.

Convento de Santo Domingo

Esconde la sala donde tomó el hábito San Vicente Ferrer

El Convento de los Predicadores de Valencia (Plaza de Tetuán, 22), es hoy un acuartelamiento militar que durante un tiempo ostentó el título de capitanía general. Su origen se remonta a la Reconquista, y aunque ha sufrido graves transformaciones, han pervivido el Claustro Mayor y la Sala Capitular en la que el propio San Vicente Ferrer leía las Sagradas Escrituras a sus hermanos. Finalizada ya en 1321, esta sala fue costeada por Pedro Boïl de Aragón, primer Señor de Manises. La monumental tumba doble de alabastro que todavía conserva este espacio alberga los restos de dos descendientes del promotor del aula capitular. Uno de ellos fue Ramón Boïl Dies, gobernador de Valencia asesinado en 1407, homenajeado con la céntrica calle Gobernador Viejo en la misma ciudad. Dentro del mismo convento el rey Alfonso "el Magnánimo" hizo construir la Capilla de los Reyes, obra incomparable y única pieza medieval que no ha sufrido recubrimientos posteriores. Fue concebida como capilla funeraria para el propio Magnánimo y la reina María de Castilla. En ella trabajaron los más valiosos arquitectos del momento. Las importantes novedosas soluciones técnicas adoptadas junto al uso de una exclusiva piedra caliza gris traída de Sagunto, configuran un espacio estremecedor para el espectador. Pero el público es más bien escaso. Un restringido régimen de visitas que precisa gestiones previas motiva que el Convento de Santo Domingo continúe siendo una gran caja de secretos artísticos para la sociedad.

Monasterio de la Santísima Trinidad

El abandono de la 'casa' de Sor Isabel de Villena

Algunas semanas atrás dimos a conocer la figura de Sor Isabel de Villena, abadesa del Real Monasterio de la Santísima Trinidad de Valencia (calle Trinidad, 13). Este conjunto arquitectónico es otra joya patrimonial inaccesible para el ciudadano. Sus orígenes también se remonten a la Reconquista, pero fue en 1445, cuando, por iniciativa de la reina María de Castilla, se transformó el viejo convento trinitario en una casa de clausura de la orden de las clarisas, la rama femenina de los franciscanos. A pocos meses de celebrarse su 570 aniversario la perspectiva de este monumento es descorazonadora. Pese al loable y efímero esfuerzo de Daniel Benito y Amparo Santonja por proyectar un programa de visitas concertadas al monasterio, las noticias han precipitado los acontecimientos. La exigua comunidad de monjas clarisas que lo habitaba se trasladó hace algo más de un año al céntrico Convento de la Puridad. Desde entonces el edificio parece haber quedado abandonado a su suerte, cerrado y sin mantenimiento conocido, a la espera del ingreso de una nueva comunidad religiosa. Tras la fachada moderna exterior se oculta otra portada y un claustro de corte gótico, mientras que en el interior, entre otras muchas excelencias de varias épocas, se halla el sepulcro de la reina María de Castilla.

Palacios fascinantes

Los secretos de la arquitectura civil

Los edificios religiosos no son los únicos que esconden grandes historias y valiosos objetos. El Palacio del Almirante (calle Palau, 14) es uno de los escasos ejemplos conservados de arquitectura gótica privada. Fue levantado por el linaje Cardona en el siglo XV. Como a casi todos los edificios medievales se le han realizado intervenciones en diversas épocas, pero sigue conservando su carácter primitivo. Hoy es sede de la Conselleria de Economía y Hacienda. Por mucho que ustedes lo intenten se les vetará el acceso a la planta superior. La lista de estos tesoros ocultos supera la decena. Apuntamos un último ejemplo a la espera de una nueva ocasión. En 1758, frente a la actual Glorieta de Valencia, dio inicio la construcción de la Aduana Real. Inaugurada en 1802, veintiséis años más tarde se reconvertía en fábrica de tabacos. El escritor Teodoro Llorente escribía al respecto que era una tarea impropia para un edificio tan monumental. Finalmente en 1914 se transformó en sede del Palacio de Justicia. Desde entonces un emblema constructivo del período ilustrado dejó de ser accesible a no ser que, Dios no lo quiera, debamos acudir a una importante causa judicial. A pesar de su declaración en 1982 como Monumento Histórico Artístico Nacional.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios