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Irene Montero (Unidas Podemos), Aitor Esteban (PNV), Maria Jesús Montero (PSOE), Cayetana Álvarez de Toledo(PP), Inés Arrimadas (Ciudadanos) y Gabriel Rufian (ERC),i-d, poco antes del debate electoral que protagonizaron el martes en TVE . Efe
La 'guerra' de los debates

La 'guerra' de los debates

diego carcedo

Jueves, 18 de abril 2019, 15:23

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Una vez más en vísperas electorales, los líderes políticos españoles se han enzarzado en la 'guerra' de los debates. Aunque interesan a la gente, sobre todo quizás más como espectáculo, la realidad es que acaban distrayendo la atención de las cuestiones que de verdad afectan a los votantes lo cual no es bueno. Las estrategias de los partidos, unas veces poniéndose a la defensiva y otras al ataque desesperado con el último cartucho, juegan al suspense.

Ningún líder quiere negarse, pero tampoco arriesgarse demasiado si de partida cuenta o cree que cuenta con ventaja. El juego es inevitable. Por eso los debates deberían estar regulados y planificados con antelación suficiente. No es lógico que a una semana de las votaciones se está en el tira y afloja que estamos viendo. Lo mismo que en la competencia abierta entre televisiones y al arbitraje a que se somete a la Junta Electoral sobre cuestiones que deberían ser resueltas entre los interesaados.

Problemas parecidos surgen lógicamente en otros países, aunque no tan esperpénticos como en España. Quizás los protagonistas no caen en la cuenta de que sus peleas lo primero que consiguen es desprestigiar aún más a la política, poniendo imagen a sus déficits de seriedad. Desde el más famoso debate de la Historia, al que se atribuye la victoria de Kennedy contra Nixon ha abierto esta polémica permanente.

En los Estados Unidos, donde en materia de elecciones son más complicados todo lo tienen mejor resuelto, y los debates, también. Los debates entre los candidatos empiezan desde las primarias y culminan con las de los candidatos a presidente y vicepresidente. Suelen plantearse disputas, generalmente por el número de sesiones a celebrar y a menudo por el cómo, pero nunca el dónde ni qué cadena se va a beneficiar.

Lo normal allí es que sean universidades de diferentes Estados –detalle importante– las organizadoras, que los moderadores sean profesionales independientes y que cualquier televisión que lo desen pueda ofrecerlos en directo. Aquí se consiguió en parte hacer lo mismo aprovechando la neutralidad de la Academia de la Televisión con un resultado positivo. Pero no tanto, por lo que estamos viviendo, como para que el ejemplo se vaya a repetir.

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