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Cataclismo político

Cataclismo político

Diego Carcedo

Miércoles, 9 de noviembre 2016, 09:56

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La victoria, temida pero inesperada, de Donald Trump en las elecciones presidenciales norteamericanas se convierte hoy en un verdadero cataclismo político internacional. Pocos, incluso entre sus seguidores, esperaban un triunfo, ajustado pero un triunfo al fin y al cabo, del prepotente magnate que durante las primarias y la campaña atemorizó a una gran parte de la sociedad mundial con sus bravuconadas. Sus amenazas, sus promesas siniestras, sus declaraciones racistas y machistas, y su actitud de desprecio hacia la opinión ajena no se han traducido en el rechazo que se esperaba.

Trump no consiguió la mayoría de votos pero si de compromisarios para que en enero consiga su proclamación oficial. Llega a la Casa Blanca con la peor de las imágenes, en olor de enemigos que le temen, y con todo el mundo, desde los gobiernos extranjeros hasta los mercados, a la expectativa de ver si realmente ejecuta todas las amenazas que le escuchamos lo mismo contra los mejicanos que contra los musulmanes. Miles de millones de personas se acostaron anoche esperando el alivio de su derrotad, pero al final la noticia que esta mañana les estará alarmando es que ha ganado.

Tiempo habrá en los próximos días y meses de analizar las razones y motivos que pueden explicar este triunfo de un personaje que tal parecía que era rechazado masivamente por la opinión pública. En estos momentos se impone contemplar con serenidad los múltiples efectos que tendrá su presencia en el Despacho Oval. La esperanza de que el poder que va a asumir y los contrapoderes que tendrá que enfrentar amortigüen sus pretensiones se esfuma cuando se recuerda su carácter vehemente, su incontinencia verbal agravada por el engreimiento que le causará su éxito y contar con mayoría republicana en las Cámaras. Aunque no mantiene buenas relaciones con el partido que le aupó, llegado el momento de gobernar contará con el respaldo de sus senadores y representantes.

La elección de Trump consuma el auge de los populismos de diferente signo que se está produciendo en la práctica totalidad de los países desarrollados. Su victoria es el fruto de la demagogia más burda y soez difundida reiteradamente en plan crítico por los medios de comunicación, y particularmente por algunas televisiones. Lejos de generarle rechazo, acentuó su popularidad. Destruir el sistema que en realidad propugnaba es, por lo que se ha demostrado, algo que cuenta con muchos votantes que no valoran sus consecuencias. A Trump le han llevado al poder quienes paradójicamente más deberían temerle.

Asumirá la Presidencia de una sociedad dividida y en buena parte avergonzada. Nunca, opinaba un veterano comentarista de Washington, estuvo tan dividida desde la Guerra de Secesión. (La derrotada, Hillary Clinton, parece que impugnará el recuento). Pero el peligro que rezuman las amenazas de Trump no se cierne sólo sobre los estadounidenses: también el resto del mundo sufrirá sus histriónicas amenazas y sus proyectos políticos radicales y xenófobos. Europa será sin duda el continente que puede verse más afectado: rechaza la UE, respalda el Brexit, bendice los intentos expansionistas rusos del presidente Putin y exigirá comprometerá la defensa y seguridad imponiendo que los miembros de la OTAN aumenten la contribución a su financiación.

Los gobiernos de los países aliados y amigos tendrán que hacer de tripas corazón y cumplir el trámite diplomático de congratularse con su triunfo. Pero al margen de formalidades, la realidad es que verle en enero convertido en el máximo dirigente internacional, preocupa en las cancillerías Como preocupa a los mercados que además de contemplar atónitos la falta de un programa económico del jefe de la nueva Administración Federal, una persona sin experiencia en administración pública ni clarividencia política lo asumen con grandes pérdidas bursátiles y frenando los proyectos de inversión.

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