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El enemigo está en el barrio

El enemigo está en el barrio

El voto por correo se triplica y confirma la movilización

HÉCTOR ESTEBAN

Martes, 23 de abril 2019, 00:49

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La movilización, que es la llamada de todas las llamadas en la recta final de campaña, ya tiene el primer dato encima de la mesa: el voto por correo. En la Comunitat Valenciana ha aumentado un 235,7% en comparación con las autonómicas de 2015. Si los partidos querían mambo, pues ya lo tienen. El dato no es gratuito. Primero, porque hay expectación de cara a la noche electoral, y segundo, por el hecho de que muchos de los que harán puente el próximo fin de semana se irán con los deberes hechos. Si el resultado de las urnas diera igual, 127.595 censados en la Comunitat Valenciana no se hubieran preocupado por votar por correo.

Es la primera vez que los españoles y los valencianos acuden a las urnas con el voto tan fragmentado... y con tantas dudas por despejar. Las encuestas, que sirven de guía, no son unánimes. Con diferencias de hasta veinte escaños entre unas y otras. Al final, se da la razón a que el único sondeo que vale es el de las urnas. El otro día, en las redes sociales, el socialista Manolo Mata vivía sin vivir en él porque la gente no paraba de preguntarle: «¿Qué va a pasar?» Y el resumía su respuesta en que era de todo menos adivino. Lo que es casi seguro es que el bloque que gane lo hará por medio cuerpo, lo que viene a decir que durante la próxima legislatura en Les Corts no vale constiparse, no sea que una gripe sea la causa para perder una votación.

Ahora el enemigo ya no está fuera, el rival está en el barrio, en el mismo saco. El PP cada día que pasa se preocupa menos de la izquierda. Su objetivo es atizar a la derecha, a sus hipotéticos socios a la andaluza, para intentar sumar a aquellos que no tienen el voto decidido y evitar las fugas. Ayer, Rafael Hernando repartió a centro y derecha, como si eso de ganarle terreno a la izquierda ya fuera un objetivo perdido. Cada escaño que pierdan Casado y Bonig es un argumento más para el debate postelectoral. Y si uno ha concurrido a las elecciones con el sambenito de Poulidor, lo más importante que terminar lo más cerca posible del primero. Recortar a los socialista se antoja una tarea titánica, por lo que el objetivo es aguantar el tipo y esperar que el voto oculto, que siempre florecer, sea un empujón de última hora para los populares.

La Comunitat Valenciana es clave para las generales. Por eso, los primeros espadas cerrarán la campaña en la capital. Pedro Sánchez, Pablo Casado y Albert Rivera arroparán a los líderes valencianos para formar un tándem que augure los mejores resultados el 28-A. La Comunitat Valenciana es el único territorio de España en el que los ciudadanos acudirán a las urnas con dos papeletas en sus manos. Además, los tres contarán con los datos del mitin de Santiago Abascal en el museo Príncipe Felipe, que un día antes ha convocado a la militancia de Vox. Las cifras de ese acto serán un aviso para navegantes.

De momento, el PP ya cuenta hoy con el comodín de Rajoy, que no se ha prodigado mucho durante esta campaña electoral pero que sí ha querido estar en Valencia. Un detalle para los populares de Bonig, que siempre fue más de Sáenz de Santamaría que de Casado.

Puig sigue a lo suyo, en su doble función de presidente y candidato del PSOE. Igual supervisa las consecuencias del temporal, que apaga fuegos en Ontinyent o mantiene una charla con intelectuales de la cultura. Los socialistas, por ahora, surfean en la cresta de la ola gracias a la caída de Podemos. Las encuestas apuntan que muchos de los desencantados van a volver a la casa grande de Ferraz y al abrigo del PSPV en la Comunitat. De partida, los socialistas lo tienen fácil para superar los peores resultados de su historia. Cuando uno toca fondo no puede hacer otra cosa que no sea mejorar. En Compromís, artistas de las redes sociales y más efectistas que efectivos, van a lo suyo. A falta de propuestas mejor repartir monas de Pascua. Una estrategia que en su día ya tuvo su efecto con el boom de las camisetas. Faltan seis días para la meta.

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