«Nada es tan bueno como parece»: los fundadores de Glovo y Letgo confiesan las sombras del éxito en el VDS
Sacha Michaud y Enrique Linares ofrecieron en la jornada inaugura del congreso su visión sobre lo que implica construir una startup multimillonaria
Construir un unicornio no es un viaje de luces y titulares, sino una travesía de resistencia, caos y decisiones límite. Así lo confesaron este miércoles ... en el evento Valencia Digital Summit (VDS) dos emprendedores que saben lo que significa levantar empresas multimillonarias desde cero: Sacha Michaud, cofundador de Glovo, y Enrique Linares, cofundador de Letgo y de la firma de inversión Plus Partners. Bajo el título «The Real Road to Unicorn: Grit, Chaos and Everything in Between», ambos participaron en una conversación sincera sobre los retos, los fracasos y las presiones personales que acompañan a la construcción de una startup de éxito.
El escenario, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, se llenó de emprendedores y curiosos que esperaban escuchar historias de éxito, pero lo que recibieron fue una lección de realismo. Michaud lo dejó claro desde el principio: «La gente asumía que éramos rockstars porque levantábamos fondos, pero la verdad es que estuvimos a punto de cerrar tres o cuatro veces». Fundada hace una década en Barcelona, Glovo se convirtió en una de las startups más emblemáticas del ecosistema español. Pero, como explicó su cofundador, el camino estuvo plagado de obstáculos. «Operábamos en varios países y nuestros competidores siempre tenían más financiación que nosotros. Cada ronda era una lucha por sobrevivir. En una ocasión recibimos más de cien negativas antes de conseguir un sí», relató Michaud. Su reflexión desmontó uno de los grandes mitos del emprendimiento: que las rondas millonarias y las noticias sobre expansión internacional equivalen a éxito asegurado. «Los medios hablaban de nosotros como si todo fuera perfecto, pero detrás había noches sin dormir, rondas eternas y decisiones muy duras», añadió.
«La gente asumía que éramos rockstars pero la verdad es que estuvimos a punto de cerrar tres o cuatro veces»
Sacha Michaud
Fundador de Glovo
Enrique Linares, por su parte, recordó los primeros años de Letgo, la plataforma de compraventa que llegó a competir con gigantes como Wallapop o eBay. «Todo fue increíblemente rápido», confesó. «Éramos las personas adecuadas, en el lugar y el momento adecuado. Las métricas eran excepcionales y todo lo que podía salir bien, salió bien. Pero por dentro era un desastre». Letgo creció a una velocidad vertiginosa, alcanzando millones de usuarios y atrayendo inversiones millonarias. Sin embargo, ese crecimiento tuvo un precio. «Al final del primer año teníamos 70 empleados y parecía que lo estábamos haciendo mejor que nunca, pero la sensación era la misma que en mi primera empresa, una que apenas funcionó. El estrés y la incertidumbre eran idénticos», admitió Linares.
El emprendedor reconoció que, incluso en los momentos de mayor éxito, el miedo al colapso nunca desaparece. «Siempre hay momentos en los que piensas que no vas a lograrlo. Tienes competidores, incertidumbre constante y la posibilidad de perderlo todo. Pero hay que mantener una fe irracional. Esa actitud positiva, aunque parezca ingenua, es la que te permite seguir adelante», explicó.
«Hay que mantener una fe irracional. Esa actitud positiva, aunque parezca ingenua, es la que te permite seguir adelante»
Enrique Linares
Fundador de Letgo
Michaud también compartió una de las decisiones más difíciles que enfrentó Glovo: abandonar el mercado latinoamericano. «Lanzamos en once países en Latinoamérica y competíamos con empresas que levantaban 800 millones de dólares mientras nosotros apenas conseguíamos 150», recordó. «Fue durísimo, porque teníamos un gran equipo allí que creía en el proyecto. Pero tuvimos que vender el negocio para poder concentrarnos en Europa y sobrevivir». Esa operación, que permitió a la compañía multiplicar por tres su inversión, fue un punto de inflexión. «No fue un fracaso, aunque se sintió como tal. A veces hay que renunciar a una parte para salvar el todo. Si no hubiéramos tomado esa decisión, probablemente Glovo no existiría hoy», reconoció.
Más allá de las cifras y las rondas de inversión, ambos ponentes coincidieron en que el verdadero desafío está en la gestión emocional del fundador. «Durante los primeros años no existe el equilibrio», admitió Linares. «Tienes que decirle a tus amigos y familiares que no vas a tener tiempo para ellos. Pero después, si quieres crear valor real a largo plazo, necesitas cuidar de ti mismo. Meditar, dormir bien, hacer ejercicio y no hablar todo el tiempo de tu empresa son hábitos esenciales». Michaud, con más experiencia a sus espaldas, coincidió en que con el tiempo se desarrolla una especie de inmunidad al estrés. «Te das cuenta de que nunca es tan malo como parece… y tampoco tan bueno», dijo. «Hay que mantener los pies en el suelo y recordar que siempre habrá problemas. Si los conocieras todos de antemano, probablemente no empezarías. Pero eso es lo que hace apasionante emprender».
El cofundador de Glovo también subrayó la importancia de tener un socio complementario. «Cuando las cosas se complican, es fundamental tener a alguien al lado que te equilibre. Uno puede ser optimista y el otro más racional. Ese equilibrio es lo que mantiene viva la empresa». La charla entre Michaud y Linares fue, más que una lección de negocio, una conversación sobre la vulnerabilidad en el emprendimiento. Ambos desmontaron el relato épico de los unicornios para mostrar su lado más humano: noches sin dormir, decisiones arriesgadas y la presión constante de no fallar. Quizás esa fue la mayor enseñanza de la jornada: que detrás de cada unicornio hay más cicatrices que titulares, más caos que glamour. Como resumió Michaud al final, entre risas: «Si hubiera sabido todos los problemas que iba a tener antes de empezar, nunca habría fundado Glovo. Pero menos mal que no lo sabía».,
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