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V. LL.
VALENCIA.
Lunes, 12 de mayo 2025, 00:42
La nueva normativa laboral aprobada por el Consejo de Ministros, pendiente aún de su aprobación definitiva en las Cortes, está extendiendo gran preocupación en el sector agrario por las dificultades de aplicación, dadas las características limitantes de los trabajos en el campo. De ello se ha hecho eco la organización agraria Asaja, que ha advertido que se trata de «una reducción de jornada pensada desde la ciudad», pero sin tener en cuenta la realidad rural y el parecer de los agricultores y ganaderos, porque tienen muy difícil aplicar lo que puede ser más factible en industrias y servicios urbanos.
Según Asaja, «imponer desde el ámbito urbano una normativa sobre reducción de jornada, registro horario y desconexión digital sin tener en cuenta las particularidades del sector agrario supondría un duro golpe para agricultores y ganaderos», por lo que reitera la «necesidad de adaptar cualquier medida a la realidad específica del campo». Por ello solicita que el Gobierno realice «un estudio previo riguroso que evalúe el impacto y la viabilidad de aplicar esta norma en el sector primario, donde las condiciones estructurales, económicas y laborales son radicalmente distintas a las del ámbito urbano». El presidente de Asaja, Pedro Barato, ha señalado que se trata de «un nuevo lastre para la competitividad del campo español que podría empujar a muchas explotaciones, ya al límite, a su desaparición».
Recuerda la organización agraria que las actividades en el campo dependen del ciclo biológico de los cultivos, de la meteorología, de las necesidades y exigencias cambiantes de los cultivos..., por lo que es prácticamente imposible someterlas a horarios fijos y estructuras cerradas. Por todo ello defiende «que sea la negociación colectiva la que determine, con flexibilidad y conocimiento, las condiciones laborales en el campo».
La imposición de un registro horario obligatorio «es difícil de cumplir en muchas zonas rurales por falta de cobertura y conectividad» y supone una carga burocrática adicional, «inasumible para muchas pequeñas y medianas explotaciones». A esto se suma la desconexión digital (no enviar instrucciones a cualquier hora), un «concepto urbano que poco encaja en un sector donde la atención a cultivos y animales no entiende de horarios». Un día no se puede trabajar porque llueve y otro igual hay que apretar.
Con frecuencia, las instrucciones relativas a trabajos agrarios, sobre todo en momentos de recolección, varían en pocas horas, según necesidades del mercado y mucho más dependiendo de que llueva o no, por lo que es necesario contactar para transmitir instrucciones y cambios.
Asaja denuncia que esta norma aumentará los costes de producción, lo que acabará trasladándose a los precios que pagarán los consumidores.
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